Siempre ha sido una región la nuestra dominada por los diminutivos. Se trataba con ello, desde tiempos inmemoriales, de conceder a los apelativos usados, en especial cuando nos referíamos a los que identificaban a miembros de la familia y a amigos, con el giro, un aire de cariño y no una disminución en la escala de valores de la persona. Dentro de esa costumbre cabe entender los "Juanillos", "Paquitos", "Pepitas" o tantos otros, sin olvidar al genérico "chiquillo".
Menos nos gusta, esa moda de muy reciente aparición, con que los que nos cobran un trabajo realizado, aluden a su precio total y a la moneda en diminutivo: "eurillos". Son, 20, 30, 50, 100 ó 200 "eurillos". Con la expresión se trata de no alarmar en lo que exigen a nuestra economía, a nuestra cartera, que sin duda es más de lo justo, de lo que debiera. Aceptemos el nombre de "eurillos", para cantidades menores, 2, 3, o 5; no para más. Ganar 20, 30, 50 euros, o más, por supuesto, cuesta mucho hoy en día, si es que se tiene la suerte de ganarlos, como para devaluarlos de esa manera tan trivial e interesada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario