Venturas y desdichas van llenando en diferentes medidas ese cupo que el destino nos tiene asignado en nuestro transitar por el mundo. Dichoso aquél en el que, al menos, unas y otras se alternan para hacer más llevadera nuestra vida.
En las de un júbilo que nos reboza nos instalamos hoy para cantar la llegada al mundo de un nuevo ser, un pedazo de gloria bendita, de nombre Agnes, otra Agnes de Dios. Para ella empiezan a contar los años desde ahora; para nosotros se van acortando en forma apresurada. Pero algo de nuestra sangre bulle en ella y son tantas, además, las virtudes que adornan a sus progenitores que no nos cabe duda que nada malo puede florecer en ella. La dicha nos colma en este feliz día, que no es uno más.
No hay comentarios:
Publicar un comentario