sábado, 29 de enero de 2011

PARLOTEO DE RELOJES


   A la Plaza de España ya no cabe darle el título de plaza mayor de Ronda, aunque alguna vez con carácter de oficialidad dio cobijo al ayuntamiento. Aun hoy, a poco que se piense, lo es para el núcleo urbano de El Mercadillo. Asimismo, desde luego, para ese millón, creo recordar, de visitantes que cada año recorren la plaza, o lo que nos ha quedado de ella, tras la última remodelación-mutilación.
   A aquélla, de incongruentes y abigarradas tonalidades ahora, un despropósito que ofende a la cercana austeridad de nuestro Puente,todo el mundo parece empeñado en comerle algo, y la moral a todos nosotros,y suplirlo chapuceramente: un bocado voraz se le ha dado, y ya hace tantos meses que ni se recuerda, a un edificio de los antiguos, de los que proporcionaban identidad a la Plaza. Como aquí todo nace y muere en el folclore,con un telón de feria, gigantesco y burdo, con tema de toreros que se descolorean con el tiempo y toma color cuando llega la feria, se tapa el solar que espera eternamente la grúa y la hormigonera, preguntándose entretanto, que para qué derribar si no se va a edificar.
   Otro mordisco le han dado al reloj del Parador (rentable según para qué), al que deben considerar una antigualla los que mandan en él, cuando hace muchos meses que al mutismo de su enfermedad no hay quien ponga remedio.Lo cierto es que, a los rondeños, nos gustaba, al dar la hora, oír los ecos de su aguda voz volcándose sobre la plaza y huyendo por los confines del Tajo. Igualmente, gozar del contraste con el grave sonido de las campanadas del de El Monte, y esa lid que mantenían a ver quién era el más avisado en dar el tiempo, si no lo hacían a la vez. ¡Qué se le va a hacer!

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