lunes, 17 de enero de 2011

GUILLERMO

   La vida va y viene, nos trae y nos lleva, nos da y nos quita, cuan do quiere y como quiere, a puro capricho, con golpes dictatoriales, sin contar con nosotros. A veces hay una suerte de compensación para algunas de nuestras desgracias, si es que se le puede llamar así. Unas días antes de la muerte de mi hermano, vino a este mundo Guillermo. Es, pues, el más pequeño y vulnerable de la familia; como todo recien llegado a esta tierra que nos cobija y a veces nos hiere. También, desde luego, el más tierno y delicado, todo indefensión, suavidad y blancura. Es nuestro nieto. Que tenga algo de nuestra sangre, y puede que de nuestras virtudes y defectos, no explica, a primera vista, esa ingente devoción que los abuelos tenemos por los hijos de nuestros hijos; sí, si se piensa que son dos veces hijos, doblemente hijos nuestros, y por ello, posiblemente volcamos todo el cariño que nos queda, que a esta edad es mucho. Una bendición, en cualquier caso, porque muchas de nuestras preocupaciones vienen a fenecer al pensar en ellos, donde también desembocan nuestras ilusiones. ¡Bienvenido Guillermo, que podamos verte crecer al menos algunos años!

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