Oficiantes de un culto cada vez con menos fieles, el del libro, la pasada semana, con un grupo de letraheridos, sin cámaras, fotógrafos, periodistas, políticos, ni representación alguna municipal, rendimos homenaje, un año más, a una de las más fantásticas invenciones del hombre, con la publicación de sendas obras. Un disfrute más con el alumbramiento de estos dos libros, sea cual sea su recorrido y divulgación; la sangre, el sudor y las metafóricas lágrimas que costó al editor su edición y los esperanzados empeños de su autor por insuflarle vida ya son historia, y que hiciera alguna sí que nos gustaría, y bastante más que ustedes leyendo en ellos, los disfrutaran, pero creo que eso es mucho pedir.
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