Si de lo que creemos mucho saber, nada en realidad sabemos, ¿qué se podría, Zaide, decir de aquellas cosas de las que aseguramos ignorarlo todo? No renunciar, deberíamos, a saberes que sudores y horas innumerables costaron adquirir; pero a menos que con insistencia nos lo soliciten como necesaria ayuda, de guardarlos habremos para nosotros. Bien harás en no alardear sin motivo, dándote aires de consumado sabio, de tus conocimientos, porque más de una vez, cerca de tí, habrá quien sepa más que tú y con considerado obrar, el que a tí te falta, callado esté.
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