Mejor despertador para penetrar en el sentido de nuestras vidas y destinos, Zaide, no se encuentra que el del paso incierto de las enfermedades y alteraciones imprevistas del normal ritmo de nuestros cuerpos; ya que, no sólo vienen a avisar de que algo va mal en el funcionamiento del propio, máquina perfecta en multitud de ocasiones, mas, también, por eso, de la fragilidad de nuestra naturaleza humana, a cuya soberbia y arrogancia lanza una vibrante advertencia: hombre eres, ni poderes ni haciendas, te librarán de sufrimientos y males, grandes y pequeños, que, quieras o no, te mostrarán que eres similar al resto de tus congéneres.
Un alivio, después de todo, Zaide, que no siempre el dios del dinero te deje en desventaja con el que más tiene y que, por una vez, haya cosas en la vida y en la muerte a las que ningún mortal, ni siquiera aquellos que se consideran dueños del mundo y de tu existencia, escapan.
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