jueves, 28 de febrero de 2013

FEBRERILLO DEL ALMA MÍA



     Un febrero mariposón como nunca, se ha puesto de canos tiros largos para dar el portazo a su reinado, breve pero intenso; con un poco de todo en sus alforjas andariegas, las mismas que le permiten calmar una sed insaciable de cambios y transformaciones, que le vienen como anillo al dedo. Despedidas hay que perduran, y ésta de hoy, de un albor que hacía tiempo no veíamos, por doquier, da vida, paradójicamente, a una mañana sin vida, tanto por la festividad del día en nuestra abandonada, olvidada tierra, como porque el amanecer, sin coches, sin paseantes, pero con divina luz, arremete contra todo para dejarnos sin aliento, más por la belleza montuna, sin parangón con otras cansinas, que por cualquier otra razón. ¡Buen adiós, febrerillo del alma mía, que ahí sigues sin cambiar de camisa ni carácter!

lunes, 25 de febrero de 2013

EL UTÓPICO SUEÑO DE UN RIO



     En estos días en que frío y sol se enzarzan  en una lucha sin cuartel, a ver a quien le  pueden más las fuerzas, nadie parece acordarse ya de los precedentes, de intensa lluvia: nadie salvo el Guadalevín, que mete tanto ruido, en un intento de ser tenido en cuenta, como si las tripas de la ciudad fuera. Hay añoranza de la ciudad en el río,  a la que sólo cató en sus comienzos, cuando apenas era un arroyo de nimia corriente.  Quisiera subir ahora, en épico brinco de espuma, gateando por rocas que son esmeraldas  hasta donde aquella se encuentra; ser uno más entre todos los que conviven en ella. Vano sueño de siglos, el de desviar su camino hacia el mar, el de ser más alpinista que canto rodado. Para avisar de su presencia, para que le echemos una mano, aun varios días después de haber cesado la lluvia, el Tajo es todo río y copla,  un rumor que no se detiene, que a poco que se ponga atención y oído, clama y llama por ese imposible encuentro en las alturas; una utopía más la imposible cita, una entre tantas a las que nos tiene acostumbrados este escenario de ensueño. 

sábado, 23 de febrero de 2013

PENSAMIENTOS TRISTES PARA UN DÍA GRIS




    Da qué pensar la hipótesis de que el hombre usara de una crueldad y una saña sin límites en el camino de su evolución hasta llegar a ser el monarca en su universo;  en el orden desordenado de éste, el más sanguinario de los que por allí se buscaban la vida. Podría servir como excusa que, como un animal más, todavía la luz del entendimiento sólo había iluminado su espíritu con contadas gotas,  sin   apenas instrumentos con los que diferenciar el bien del mal. 

  Transcurridos millones de años desde ese oscuro período de la historia de la humanidad, contemplando hoy esa perfección que ha alcanzado el cerebro del hombre, pocas dudas cabe a nadie que en lo que respecta a a la utilización de esa materia gris, menos que nada hemos ganado con el transcurrir del tiempo. Seguimos siendo los humanos los seres más viles de la creación, para las demás especies y para la nuestra. Es lo que se nos ocurre, con el periódico de hoy en las manos; horror de los horrores lo que nos cuenta, como cualquier otro día, como todos los días, aunque siempre hay un pasito más, un escalón más en la forma de martirizar, de matar, para que no se diga que nos somos los más sabios, los más listos. 


miércoles, 20 de febrero de 2013

EL ENTRAÑABLE ESCENARIO DE LOS AMBULATORIOS



     A los ambulatorios del sistema sanitario, todavía nos acercamos con la tranquilidad de que es un lugar no sólo en el que ningún cirujano te va perforar las entrañas o machacarte los huesos, rotos o dislocados, como es de rigor en los hospitales; sino que, por añadidura, se asiste, (cosa que se va perdiendo en otros escenarios más familiares) unas veces como espectador y otras como ponente, al disfrute de una serie de conferencias o charlas instructivas en las que los políticos, la tambaleante marcha del país y la eficiencia o no de los galenos a los que visitas, son temas ineludibles y permanentes.

     Los argumentos de aquellos animados diálogos, llamémosles así,  siguen vigentes. Si acaso por la situación desastrosa en que se mueve todo, son más numerosos los conferenciantes y el tono de la oratoria bastante más crispado de lo que que fuera antes. Aparte de eso, el miedo a que un apretón más a la asfixiante tuerca de los recortes, la que nos va dejando sin respiro y sin medios, se lleve a corto plazo a médicos y recetas, para aliviar nuestros males, abarrota hoy, más nunca, por lo que pueda pasar mañana, las consultas.

     Los médicos no escapan, nos parece, tampoco, a las series de medidas restrictivas. Se encrespan y su indignación, una más, de algún modo golpea, aunque sea levemente, sobre los pobres pacientes, que están allí sin ninguna dolencia que puede considerarse letal de necesidad, pero deseosos de salir a la calle cuanto antes. Esperamos al oculista, que en medio de la concurrida consulta de clientes, se marcha a desayunar, creemos, con su enfermera; "sólo un cuarto de hora", nos dice ésta, y en el interin, para que tengamos con qué pasar el rato, nos deja medio cegados con unas gotas vertidas en nuestros ojos. Como el cuarto de hora se  prolonga hasta tres veces más ese tiempo, a uno le queda la duda de si el  "goteo" preliminar a la visita, a posta se ha hecho más abundante de lo necesario, para que sin visión tengamos de qué hablar y no salgamos huyendo y echando pestes del equipo.


lunes, 18 de febrero de 2013

LAS PRIMERAS FLORES DEL INVIERNO




     Estos días de transición de un febrero dubitativo, sobre qué camino seguir, tienen la ventaja con sus dudas, de que en el interludio de sus cielos grises hasta otros por adivinar, más hoscos o menos invernales, de ser moderadamente hermosos en sus temperaturas y en su modo de proceder, nunca extremo en su proceder, ni insufrible.

      Ayudado por esa lasitud del tiempo y los cielos, tímidas pero visibles han aparecido por donde vivo las primeras flores del invierno; señal de que éste no está siendo tal, ni por ende a la altura de los míticos de antaño. Una rosa, con sus colores fuertes de vigorosa recién nacida y dos lirios, no sembrados, llegadas sus semillas de Dios sabe dónde, o en los alados brazos de qué ignotos elementos, ponen su lírico acento a la quietud y oscuridad de las horas; pero más que nada, son portadores de futuras bonanzas y floraciones. ¡Ojalá que algo de eso llegará, quebrara, a la infamia de los tiempos, no los atmosféricos, que vivimos, que vive el país!

viernes, 15 de febrero de 2013

AVES DE LAS QUE QUEDAN




      De las muchas aves que hace años llenaban el aire, rocas, y grietas de nuestro abismo, pocas quedan. Hay paneles por los confines de la Alameda que pretenden levantarnos el ánimo, clasificando científicamente con sus nombres, una serie de razas de aquellas, grandes y pequeñas, que, aparentemente todavía andan, o deberían andar,  por aquí.  Sin querer ser agoreros, lo cierto es que uno no ve nada que no sean contados grajos en los días en que el viento sopla a su capricho, sacando de los refugios en que se esconden, a todo bicho viviente. Otra cosa opinarán los expertos, que uno no lo es.

     A falta de otras aves, diariamente nos entretenemos viendo las evoluciones de las palomas de la Alameda y cómo se buscan la vida. Ahora que el tiempo ha templado, no hay dificultad en verlas por el paseo central y jardines aledaños, a la caza de migas o del agua que manan de las fuentes; más complicado fue en esos días pasados, de fuertes heladas y glacial frío, descubrirlas, aunque no lejos andaban: unas, rodeando la altanera torre de la Merced; otras, en las ramas más altas de los copados árboles del paseo; las menos en huecos, inmóviles, al socaire de algún banco. Todas, sin excepción, olvidando la comida, esperaban que ese rayo de sol, desvaído, sin fuerza, que se deslizaba de vez en cuando amagando desde los cielos, cobrara vigor y calentara un poco, al menos, sus plumas. Hoy con la ayuda de un sol de los de verdad, han recobrado aplomo,  sus vuelos a medio gas y las carreras de siempre, para  huir de los intrusos, que nunca dejan de molestarlas




lunes, 11 de febrero de 2013

LLANTO POR DOS VIDAS



     Una hora que nos levantaba el ánimo a mi mujer y a mí todos los domingos, era la de las 9 de la mañana, en el bar donde acostumbramos a desayunar, ritualmente con un grupo abigarrado de ciclistas aficionados; hasta una docena, a veces más, que se dan cita allí para compartir ilusiones, charlas, bromas y confidencias familiares. De sus conversaciones, captadas sin querer, se desprendía la ilusión con que a lo largo de toda la semana laboral, esperaban este festivo para dar rienda suelta a sus ganas de vivir, materializadas en ese día en orientar sus energías en largos paseos en bicicleta, con rumbo unos y otros sin él, que eso era un atractivo más de ellos, cuando extendían apuntes y mapas en las abarrotadas mesas.

     Como tantos domingos, los vimos marchar el pasado aupados en sus bicis, con la sonrisa en los labios, precedidos por la advertencia habitual del dueño del establecimiento, en la que se adivinaba algo de envidia por no poder ser de la partida: "¡Cuidado con la carretera!"; pero éstas, como los borrachos, son instrumentos letales en España. Y allí dos del desenfadado y alegre grupo de amigos, se toparon con ambos y con su infame despedida de este mundo. El coche de un conductor ebrio, joven también, uno más de los que ha generado esta sociedad actual, la del botellón y falta de ideales, embistió a los que podían servirle de modelo. ¡Qué más añadir!

sábado, 9 de febrero de 2013

GÉLIDA MAÑANA ÉSTA.





     Gélida mañana ésta, de un febrero empecinado en sus comienzos en cortarnos el aliento con el punzón de sus heladas. Desde el interior de las viviendas los cielos son engañosos, ya que un sol que parece envolverlo todo, como los océanos a los ríos cuando llegan a sus dominios, en realidad no son más que marionetas de suelos en los que dominan copiosas escarchas que se apañan, además, sin ayuda de ningún otro elemento, para levantar brisas que le son afines, pero que hieren con saña faces y órganos al descubierto.

      También hieren situaciones que no son tan pasajeras como las de la naturaleza: el imperio de los bancos, el impudor de la mayoría de los gobernantes para justificar sus lacras, la impotencia de la juventud o de los campesinos a los que se les exige con incomprensible dureza un número de jornadas para tener acceso a una miseria de limosna, los recortes, donde más duelen, y donde puede saltar la chispa -en sanidad o enseñanza-, que lo anegue todo el día menos pensado.

      Para cambiar por unos minutos esa triste melodía que no tiene visos de parar, demos marcha atrás en el tiempo y recordemos que por estas fechas, hace un centenar de años, abandonó Rilke nuestra ciudad. A él, que siempre vivía un poco de la generosidad de los demás, probablemente se le acabó la del  mecenas de turno; o tal vez un frío de mil demonios, como el que sopla hoy, le volvió a la realidad de su mundo viajero, al que se incorporaba otra vez con las alforjas llenas hasta arriba de ideas, de su bien aprovechada estancia rondeña.


martes, 5 de febrero de 2013

REMEDIOS CONTRA LA INGRATITUD DE LOS TIEMPOS




     No muchas son las maneras de evadirnos de problemas punzantes en los lúgubres días que corren, en los que no cesan los escándalos de despilfarros e infames apropiaciones, así como el descubrimiento cotidiano de gente sin honor ni dignidad alguna. Nosotros, con unos amigos, optamos hace un par de fechas por escoger una de las más antiguas: la de escaparnos al campo. El campo, qué duda cabe, como tantas cosas que viven una agonía permanente, ya no es lo que era; su abandono es palpable, ya sea porque el campesino que lo roturaba y mimaba consideró un día que no  era rentable, o bien pagados los sacrificios que requería su cultivo,  o ya porque los cantos de sirenas de la ciudad y trabajos urbanos menos fatigosos acabaron por seducirle.
     Por fortuna, nos dirigíamos a las hermosas tierras, de uno de los amigos, Juan de nombre,  que no sólo no ha desertado  de aquél, sino que forma parte de su vida de una forma tan imperativa, absorbente y sincera, que catastrófico sería para el devenir de su salud y de su felicidad que alguna vez tuviera que renunciar a él.
      Ese amor, obsesivo, pero natural en su persona, impregna toda la propiedad, de un extremo a otro de ella: en el árbol que crece a su antojo, centenario, inmenso, frondoso, porque no necesita mayor ayuda, o el que despunta a la vida, y depende en su crecimiento del mimo del que lo protege; en la presencia de lo que es la esencia de la tierra, animales, en una persona que no es rica, sino que todo lo basa, -no habría otra forma-, en una dedicación exclusiva: toros, caballos, asnos, pocos y amistosos, como suelen ser cuando no se les martiriza ni provoca;  en la armonía de pequeños senderos empedrados y en el equilibrio que desprende cualquier nimia edificación debida a sus manos.
       No es el campo un sitio que merezca el olvido; sí un lugar, en cambio, para olvidar preocupaciones y gozar de su dadivosa oferta. De algunas de ellas gozamos como locos en esas horas: de un sabroso guiso, de charlas que lo eran aún más, de vinillo y aceitunas andaluzas,  como  esplendorosa rúbrica, de un atardecer autóctono y grandioso, de los que dejan a uno sin saber qué decir en el vano intento de alabarlo.   
        

viernes, 1 de febrero de 2013

CON LOS MIMBRES PRECEDENTES




      A febrero, como mes diferente, le dan fama y cierto prestigio de raro, su cortedad a la hora de echarse días a las espaldas, y, cómo no, ese carácter de veleidoso impenitente, desprendiéndose de cualquier adustez opresiva para hacer realmente lo que le viene en gana, ora rezando, ya pecando.

         En otros tiempos, con otras calendas y circunstancias, era un mes bien recibido, por su transición hacia predios menos gélidos, dejándose tentar por brisas de una primavera no muy lejana, y, más que nada, porque se había perdido de vista a enero, un mes un tanto insufrible con sus interminables fiestas, sus gastos excesivos y los ahogos imprescindibles para recuperar el resuello extraviado por los excesos de las comidas y las dentelladas del frío. 

         Triste por ello es, que, esta vez, en la sucesión del tiempo en el calendario, febrero pase un tanto desapercibido, siendo una prolongación más de las penurias y miserias precedentes, que no sólo no cesan, sino que aumentan a velocidad vertiginosa impulsada por voraces políticos que, en todo  la geografía,  pregonan austeridad y viven, se apropian de lo que no es suyo, y derrochan, tal mitológicos dioses.