Testigos ocasionales en nuestro paseo matinal de la presencia de una grúa y su descomunal brazo en el suelo del pretil del Puente, nos enteramos más tarde de la limpieza llevada a cabo en los vastos y agrestes dominios de nuestro abismo. Tan despreciable es tomar a éste como recipiente de inmundicias y desechos de amplia factura y tamaño, como notable el esfuerzo y dedicación con que personas que pertenecen al gobierno municipal, así como otras que no lo son, ponen sin límites para mantener sin mácula un escenario que es la capital atracción de nuestra ciudad.
Encomiable y ardua limpieza, repetimos, la mencionada. Ojalá, en cualquier forma, que con la misma presteza de quitar y llevar, se pudiera despojar a nuestro universal Tajo de todas las construcciones de variadas formas y tamaños que, surgidas en nada de tiempo, han transformado un venerable paraje natural en pedestre urbanización de nuevos ricos o de políticos aprovechados. Pura utopía, pedimos, cuando certeza tenemos de que gente de postín hacen cola, piqueta en mano, para tomar suelo y superficie ya dicha como jardín de su casa.
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