Se adormece la tarde, mitad blancores mitad azules desvaídos. Si no se piensa que es festivo por estos lares, impera un silencio poco habitual para la hora, ni tarde ni noche, como la atmósfera; ni fría ni cálida, ni honda ni somera, ni soleada ni umbría. Una falta de definición, de identidad es la que envuelve a esta tarde postrera de febrero y que bien podría ser la misma la que arropó el mes, que nos brindó un poco de todo, como queriendo compensar con intensidad y variedad su falta de días con respecto a otros hermanos del calendario.
A vuelta con la cronología, un marzo, más que acechar y llamar a las puertas del tiempo, viene entrando, todo plenitud y fortaleza, todo ilusión y ganas de ocupar su trono durante unos días. Que estos nos sean soportables y no nos hieran, que no hay que hacerse muchas ilusiones como están las cosas, es todo lo que pedimos, al menos para nosotros.
A vuelta con la cronología, un marzo, más que acechar y llamar a las puertas del tiempo, viene entrando, todo plenitud y fortaleza, todo ilusión y ganas de ocupar su trono durante unos días. Que estos nos sean soportables y no nos hieran, que no hay que hacerse muchas ilusiones como están las cosas, es todo lo que pedimos, al menos para nosotros.