sábado, 3 de marzo de 2018

       SI NO FUERA

      Con un prolongado suspiro de alivio, acogemos esa tregua con la  que, para que no se la maldiga en demasía, se mostraba esta mañana una naturaleza de lo más sosegada y amable. Una naturaleza encrespada, que durante dos interminables días nos fue metiendo el miedo en el cuerpo con feroces turbiones que eran multitud en uno asociados, y un bramar del viento que era para amedrentar al más templado de nervios. En cambio ahora, los temidos aires han dejado por el momento de ser pendencieros y malvados y el pasado y titánico furor de los cielos nada más que una abundancia de inofensivos grises quedan, con empeño de envolverlo todo, pero sin ánimo de asustar a nadie.
      Un temporal de los de antaño, que vertió miles de litros en unas horas, que


pareció decir: "¡Ya está bien de quejas por la sequía! ¡Ahí lleváis agua para saciaros!"Y por lo que el día presenta a la mirada, si no fuera por algún cable fuera de lugar; más de un árbol destronado de su asiento; por un río, el local, que se las ve y se las desea para dar cabida a tanto caudal desmelenado como le llega; a un Puente, con toda su envergadura, cegado en su armonioso arco menor por la abrumadora y terne acometida de agua tumultuosa procedente de un ciento de angustiados arroyos; de viviendas con las que se ensañó sin piedad volando tejados y un infierno de gotas en su interior; por las descomunales rocas que taparon carreteras y alborotaron suelos; si no fuera por eso, se diría que aquí no ha pasado nada.

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