CIUDAD MUSICAL
Mira por donde, la nuestra, se ha convertido desde hace tiempo en una ciudad enteramente musical, por denominarla de alguna manera. O, tal vez, sin que lo sepamos, oculto anda bajo las aceras un enorme órgano, de gigantescas teclas, ya que, nos tememos, que de punta a punta de la población, de un extremo a otro, escenario de nuestro paseo cotidiano, loseta que se pisa, loseta que, de inmediato, lanza al aire de la mañana, su musiquilla, su quejido más bien, pues en modo alguno son armoniosas sus notas y sí estridentes y harto molestas.
En los días en los que el frío era el protagonista y la soledad casi manifiesta todo el rato, ese acompañamiento de confusa tonada que levantaba nuestros pasos no importaba demasiado, siendo en todo momento quejunbrosa; pero ahora, que paso que damos, pequeña catarata de agua que inunda nuestros calzados y pantalones, lo cierto es que nos llevan todos los demonios.
Como siempre, esa falta de cimentación en el acerado, algún culpable tiene: o el que contrató la obra, el ayuntamiento en este caso, o quien que la ejecutó, se llamara como se llamara la empresa: alguien, no hay que decirlo, nos engañó para durante bastante tiempo hacernos la puñeta y un paseo cotidiano, supuestamente agradable, en una explosión de maldiciones.
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