lunes, 28 de noviembre de 2016

PAISAJE SERRANO

      Hay días que se cierran, malhumorados y otros que se abren y expanden con unas tremendas ganas de comunicarse, de interminables charlas que no guardan palabras sino imágenes para el espíritu. Con todo nos habla el de hoy, el de esta mañana, con alma y cuerpo, con nubes que fueron primero como heladas mantecas adheridas a las imperiales cumbres de nuestras montañas y que luego, derretidas, se expandieron por todo el ámbito de nuestro ancestral abismo, alígeras, algodoneras, juguetonas, fantásticas. Por allí merodeaba nuestro bonachón río, hecho el mandón de turno, algo que tiempo hacía que no lo era,  tanto por el volumen de sus aguas, antes tan precarias, como por constituirse en director de orquesta de todos los sonidos, a los que, a su antojo, temperaba o acrecentaba, que para eso, como antaño, cuando la tierra, más que inmaculada,  era no dañada por las embestidas de los hombres, se vestía de risas y cada cosa venía a su hora, las lluvias, los soles, el frío y el calor. Qué le vamos hacer que no sea mirar con arrobo, emocionados, estos regalos que nos dona el cielo. Ya hay hojas, ablandadas en su raíz por las lluvias de ayer, que al menor soplo emprenden el vuelo; y las hay en el suelo, perfectos corazones las de los plataneros, en tamaño y forma, y manchadas las de los álamos, como corazones doloridos, como tantos por doquier, de los de verdad, allí y allá se ven y seguiremos viendo, que esto es el cuento de nunca acabar.

viernes, 25 de noviembre de 2016

      CON LA ILUSIÓN DE VOLVER, EMIGRAN  LAS AVES.

     Antes de que el frío voraz y la ambición de los vientos arrecie con sus ejércitos de pesadas losas, ennegreciendo tejados y a sus cuidadas hileras y que enjalbeguen los campos sus tísicas milicias, otras tropas de aves, tras un conciliábulo que ha durado nada porque nadie disentía, han dado por necesario y conveniente mudar por unos meses de morada y país. Y como su mudanza es tan simple como a todos nos gustaría, sin muebles, ropas, enseres, libros, cuadros y otros oropeles que a nuestra vanidad engalanan, ni enojosos transportes en furgones ni a espaldas, entre lo dicho y lo hecho, sin despedidas de familias, porque todas, sin faltar una, iban, no han transcurrido ni dos suspiros de reloj. Ni las más jóvenes y neófitas, como en la sangre lo llevan, sin rechistar, emocionadas por la aventura, han metido sus  tiernos picos y sus alas y sus buches y sus patas, todo lo que tienen y tenían, en el animoso grupo; uno muy junto, muy prieto, muy manso, se diría uno solo, y en bandadas que era una, al unísono su batir y su propósito, sin discusiones que todo lo mata y altera, van volando alto, muy arriba, casi un centenar de desperdigadas cuentas de rosario de beata, albinegras, cegando por un fugaz instante trozos de aire encrespado y de cielo. Vuelan alto porque empequeñecido su hogar de unos meses, de unos años, porque no han sido muy traidores los inviernos, sus peñascos, sus hendiduras, sus arbóreas copas y espigadas chimeneas, sus cielos de zafiro, sus flores y sus ríos, sus adioses a ellos duelen menos y menos en el corazón donde todo, cuando no canta, duele.

jueves, 24 de noviembre de 2016

         EN UN MAÑANA QUE YA ES HOY

      Luz que versátiles nubes oscurecen o desvelan azaroso palimpsesto en el que tanto anhelos como desventuras tienen cabida, que borra o ilumina nuestros triunfos y derrotas; uves al viento y pañuelos mojados, llorar y reír, cantar y sollozar, sentirse roca o insecto, montaña o guijarro, altozano brioso o triturado polvo, miel y hiel. Así, Zaide, transcurre nuestra existencia, dando abruptos y desmesurados saltos, atrás y adelante, en una danza de altibajos y vacilantes fortunas, para que nunca nos atrape un desánimo sin salida, ni nos envanezcamos por lo que hoy es esplendente luminaria y tenebrosa oscuridad mañana. De toda esa hoguera, en la que siempre ardemos, que nos enardece, nos motiva o nos destroza, que nos quede para mañana, que hoy es ya definitiva morada, un destino y recuerdo en el que, si se nos llora, que no sean amargas las lágrimas, que broten en recuerdo de nuestros obras y no por nuestros pecados hacia seres inocentes, de un mal del que ninguna culpa les cabe.


lunes, 21 de noviembre de 2016

HORAS TEMPRANERAS

      Con las apocadas claridades de la mañana, que asoma sin decidirse a reinar, vacías de rumores y pisadas, con un gris que es más prieta ceniza que pardo asfalto o albores de afiladas piedras, las calles ni se desperezan, meditando si dejar el sueño en que están sumidas o no. Al cuerpo de las calles, en estas indecisas horas tempraneras, les falta el fuego de su alma, que no es sino el hervor de los viandantes. Y a uno, que pudiera ser que actuara de estruendosa campana de despertador, tan quedo y silente anda, alegre por dejar de lado la odiosa servidumbre de las aceras y andar como un monarca sin cetro por las vastedad de su centro, a lo largo del día exclusiva mansión de los vehículos, ni se aperciben de su gozosa presencia, y sí que continúan con su sopor de alborozado calor en el abrigado lecho, aunque al menos, indicios muestran de trocar su soporífero sueño por una esperanzada duermevela, que a todo correr viene empujando el alba y su cohorte de luces y voces.

sábado, 19 de noviembre de 2016

      RÁFAGAS DE VIENTOS

      Ráfagas de vientos sin verdadero empuje en sus acometidas, son todas las que no proceden de los emponzoñados de la salud o, en menor medida, del hambre. A las últimas habremos de temer porque barcos a la deriva somos si dejan de favorecernos con su ausencia. Por fortuna, no es enfermedad que al cuerpo ataque y sí malestar que desazona que, en altas horas de la noche, no acuda el sueño reparador, el gran distorsionado de la vida y de las preocupaciones del día.
      Con el mejor de los ánimos, no obstante,  la recibimos cuando la interrupción de esas normales funciones no es más que eso: un parón sin consecuencias de importancia. Bien mirado, un poco más, un nimio lapso de tiempo, alargamos nuestra existencia viviendo despiertos uno que no nos pertenece, sino que es posesión de nuestra nada. Una multitud de actividades se nos ocurre para llenar de contenido a ese regalo que en modo alguno esperábamos: unas horas más de vida, las que transcurren hasta que mansos y tardones los primores albores asoman por mis ventanas, un poco ateridas ya, porque el otoño está avanzado.

lunes, 14 de noviembre de 2016

      CON TODO ARRASAMOS
 
      Ni al más lerdo engañamos, si, con sombríos renglones, hablamos de ese desbocado, despiadado y sin sentido alguno, porque es lapidarnos a nosotros mismos, empeño de los humanos por hacer añicos nuestro mundo. Algo que llevamos con inaudita saña si nos referimos al negro destino de los que lo poblamos, con descomunales guerras y atentados para los que no hay palabras y de inacabable término. En otro capítulo de esa infamante historia, no lo es menos la que procuramos con total éxito, (que arrasar es más sencillo que levantar),


con la madre naturaleza, cuya flora, a la andaluza cuanto menos, hemos impregnado con una serie de enfermedades de remedio irreparable o a las que nadie tiene interés en buscárselo. Palmeras, castaños o chumberas ya no son las que fueron, si es que algo queda de ellas. De lo que más cercano nos toca, nuestra ciudad, da una tremenda pena contemplar cómo una planta huésped de las laderas del Tajo desde no sabemos cuántos siglos, y que tan bien casaba por su austeridad con la montaraz del abismo, prácticamente se reduce a polvo y ruinas. Y no hay más que asomarse por cualquier lado para comprobarlo.

jueves, 10 de noviembre de 2016

         PREMATURO Y HELADO ALIENTO


     Como una virgen de las antiguas, pudorosa y apocada, se muestra la estación, por más que acometa ya la senda de los dos meses de gobierno. Harto tiempo el cumplido, para que fuera ya su desnudez una realidad y no un mero pregón que nunca acaba. Reacia hállase, sin embargo, a desprenderse de sus densas prendas de frondas y tupideces. A falta de un eficaz tundidor, el prematuro y helado aliento que se ha colado de rondón desde hace pocos días, en nada contribuye a darle un buen rapado a los árboles. Y sería una pena, después de todo, que se decidiera ahora que en sus ramas hormiguean mil colores, mil fuegos de una hoguera que se niega a ser ceniza; a que la palidez sedosa de esos gualdas y de esos rosas enmudezcan, arrastrados sin remisión por los suelos, ateridos y yertos. Ni siquiera la naturaleza, dueña de una resurrección temporal que a nosotros se nos niega, desea desprenderse del armiño de sus años, envejecer.


martes, 8 de noviembre de 2016

SE DESMELENA EL OTOÑO

      Se desmelena el otoño con imprevisibles cabriolas, en un desperezo, no fallido del todo, por asentar sus reales. Rezuman abundancia sus alforjas, tan repletas y pródigas que jamás se ven vacías. Envió  su cálido aliento de otros días a secretos confines y como manadas de lobos hambrientos, llegaron sin avisar del adusto norte, cuchillos de acero toledano, a amargarnos nuestra preciada primavera, de las que unos se quejaban y otros gozábamos. A los armarios, largamente ignorados acudimos para oponer alguna resistencia a tan gélida afrenta del tiempo. Lo bueno es que aún el sol luce como meridional pócima, y despropósito de necios es seguir la senda de la sombra, por donde es invierno ya, y no la de la solana, donde es casi primavera.
       Más desigual y desesperanzada es la lid en el hogar, con la incertidumbre de si encender o no ingenios que dan calor, pero que despanzurran sonoramente nuestros ahorros. Acudir al socorrido brasero, no al  entrañable y laborioso de cisco de antaño, que eso son ya antiguallas que solo a las pobres gentes, las que todavía mueren atufadas por no tener otra cosa, sirven, sino al pulcro, mas también oneroso de estos modernos tiempos: es la mediana solución, aunque algún helor que otro nos acometa.¡Qué se le va a hacer!

sábado, 5 de noviembre de 2016

LOS DÍAS AHORA

        Hay más noches que claridades en los días de ahora. Carbones doblemente ennegrecidos las berroqueñas sombras;  luciérnagas sin luces los febles días; una muralla ilimitada es la noche y polilla sin ganas de roer, el día. Aún en la cama, aunque no por demasiado tiempo, lo espero con algo de ansiedad, no perdiendo de vista a la ventana. Es mi aleph la ventana, único orificio por donde ha de entrar lo que de mundo hay afuera. De momento, nada más que un hormigueo de horizontales franjas, que apenas se deciden a lucir, cuando se desvanecen, un atónito, luego, relampagueo al que le gustaría ser muecín de la mañana que vendrá, a no ser que un verdadero cataclismo, como el que extinguió a los dinosaurios y a su sueño de ser los amos del planeta tierra, se lo impida; pero que todavía no lo es. Para cuando llegue, con la ventana ya un ascua de cien llamas, me hallará en pie y vestido, que siempre da seguridad; sobre todo, la de estar vivo una hora más, un día más; que no es poca cosa y a esa realidad se aferra uno con la ilusión del niño que espera la noche de Reyes ver a sus zapatos mágicamente llenos de otras cosas que no sean sus diminutos pies. 

viernes, 4 de noviembre de 2016

     EL FRÍO QUE NOS ESPERA

    Aseveran meteorólogos y certeros satélites espaciales, modernos adivinos sin bolas mágicas, que se agotan esos días de jazmines y azúcares, de rosados caquis y algarrobas, las que en pretéritos años, con collejas y espárragos mitigaban las hambre feroces; de falaz primavera, porque no era su reinado el que debía gobernarnos, sino un donoso empréstito estacional destinado a poco durar, y, más que nada, regalo sin precio para turistas alborozados porque los impredecibles cielos no osaban entorpecer el ritmo de sus pasos por nuestras milenarias y montaraces tierras, por muy coartados que estos se hallen por agencias y guías. Lo peor de toda esta mudanza, de todo ese acerado frío que nos espera a la vuelta de la esquina, es que las endesas, iberdrolas y similares, que a todo lo largo del año sin piedad nos hieren, ahora nos matarán, asestándonos en pleno corazón de nuestra contabilidad doméstica la cruel daga de sus desorbitados recibos.