La vida y los años van poniendo, más tarde o más pronto, las cosas en su sitio. No sé con ocasión de qué, pensando en determinadas personas y en sus actos hacia nosotros, que me ha venido a la mente, cuan ignorantes somos a veces de la verdadera forma de ser de quienes nos rodean, que superficialmente tratamos, pero que no conocemos a fondo y de lo injustos que nos mostramos con ellos.
Los que reaccionamos interiormente a tiempo, somos afortunados por discernir quienes son nuestros verdaderos amigos; quiénes nos aprecian y quiénes falsean hacerlo. A quiénes deberíamos haber acudido antes para ofrecernos y a quéenes deberíamos tener en menos. Yo diría que cuando los años se nos echan encima, más que en la juventud, es cuando más amigos se encuentran, los más fieles pese a ser nuevos, sin pedir nada, aunque tampoco tendríamos gran cosa que darles; quizás en eso radique la certeza de que lo son y lo serán en lo que nos quede de vida.
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