jueves, 27 de septiembre de 2018

            JUEGA LA TARDE A LO QUE NO ES

        En su empinado escondite  de albas nubes, que a ratos mudan a pardas, se refugia lo que queda de verano; que es ido y superado, según reza su implacable biógrafo de siempre, el calendario; pero no en la tesitura de un tiempo que, falaz, divertido, juega a disfrazarse de la que ya no es, con batidas de sol que, ya se sabe, cuando surge con obcecada seriedad y firmeza, siempre deja su huella luminosa y, con harta frecuencia, ardorosa. Pero este querer marcharse sin decidirse del todo de la estación, lo sufre la tarde, agonizante, aunque con energías para lanzar alternativamente al suelo, o a nuestra vivienda, sin ir más lejos, parches de rayos y,  con vista y no vista prontitud, al segundo, de sombras. Más bien se dirían ambos remedos de lo quieren quieren simular y no son, pero ahí están manteniendo una lucha que si no es titánica si es vertiginosa y marea el observarla.
           Uno, tontamente, encuentra comparación a este tiempo que no quiere obedecer mandatos ni se atiene a lo que todos le gritan, con esos políticos tan hispanos, tan de ahora, con una actitud de las que pocos se salvan, y  que tras cometer un desaguisado de los que un día y otro nos dan cuenta los informativos o la prensa, amañando estudios que no han llevado a cabo, o robando lo que no es suyo, en vez de huir, azorados, avergonzados, con el rabo entre las piernas, seguro que para no perder poder y prebendas, se muestran tan numantinos y descarados, defendiendo sus engaños y trajines, que no hay manera, ni divina ni humana, de mandarlos a donde deberían estar y que por respeto a nuestros lectores, omitimos señalar.

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