sábado, 14 de septiembre de 2013

NUNCA OLVIDES



      Nunca olvides, amigo, que a esa casa en la que habitas, que con tanto afán tanto limpias, pintas, reparas y enluces, en la que te miras como si del mejor de los palacios se tratara, la pueden destruir catástrofes impensadas o caer en manos de especuladores y desalmados, que son multitud los que a todas horas nos vigilan y castigan.

         Aunque sólo fuere por si alguna vez llegara el caso, que de nada estamos libre en nuestra frágil existencia, por si eso, Zaide, digo, ocurriera, guarda un inmenso respeto y apréstate a cuidar como oro en paño a tu otra morada, a la madre tierra, para que las florestas te sigan dando sombra, agua los manantiales, mieses los campos y frutos los huertos; porque su menoscabo y degradación es el tuyo y el de tus hijos, y porque malo será que, si lo necesitaras por no tener otro sitio donde refugiarte, no halles un rincón donde asentarte.  

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