jueves, 13 de diciembre de 2018

     MALÉVOLO OTOÑO

    Asoma su ceño más malévolo el otoño, que es ahora mismo nada más que enfurecido y desatado invierno, con todo lo que a la vista queda emprendiendo un vuelo de desorientada e inexperta ave a la que han dejado sin su guía, porque un ventarrón, que es levante y poniente, aliados andan para que nula protección contra una lluvia que también se mece en el regazo de esos vientos, aporten  paraguas, chubasqueros, gabanes y hasta gorras, que se dirían portan alas.
    Se esfumaron con prontitud en otras clases de fugitivos soplos, esos días de soles imprevistos y de brisas casi sofocantes, que eran como un oasis venciendo a la aridez y dureza con que nos venía sometiendo la estación; un ir de aquí para allá la naturaleza y nosotros, que a duras penas nos adaptamos a su enloquecido vaivén;  que nos confunde y nos desanima. El tiempo,  qué duda cabe, obediente acólito es,  y como los sueños, va y viene, animando o desalentando, dejándonos siempre un regusto de insatisfacción, de no sabemos qué búsqueda, de qué ignotas y verdes praderas que nunca llegan.

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