viernes, 24 de agosto de 2018


VUELVE LA CALOR

           Vuelve la calor, y como admitidos son los dos género en la palabra, para que no se diga, al femenino nos atenemos. Y puede que por esa virtud idiomática, que no todas tienen, cumpliendo con uno y con otra, en estos postreros estertores del mes de las canículas, zurrándonos está de lo lindo, que mala cosa es cuando no uno sino dos se ponen de acuerdo para darte lo que no está escrito.
           Y psicologica y materialmente, desde que uno tiene uso de razón, haciéndonos la puñeta, y a la vez poniendo en evidencia la poca voluntad, falta de ingenio y nula influencia de nuestros políticos locales, están esos dos pasos a nivel, que si hace un siglo quedaban fuera de los límites de nuestra ciudad, hoy están en el corazón de ella, molestando lo que no esta escrito a peatones, vehículos y causando un montón de inconvenientes, por ser pasos más que obligados a supermercados, polígono industrial y, también viviendas, que ya son numerosas las que al otro lado se levantan, por no hablar de los peligros que el abarrotado transito provoca.
            Promesas aparte, que surgen como moscas a la miel cuando las elecciones se acercan, una y otra vez, tantas que ya ni los más ingenuos se las tragan, mas de uno, entre los que desde luego nos encontramos nosotros, debe pensar que si ni siquiera en treinta años, cuando comenzaron a ser un problema, no hemos sido (perdón, no han sido los que viven de esto, con sus fotos, sus sillones y sus buenos sueldos) capaces de suprimir unos simples pasos, pedir autovías o industrias, o estaciones de autobuses, o que dejen en paz de una vez la Alameda, tan destrozada y para colmo con esa pedestre joroba de cemento de los últimos meses en lo que una vez fue una bonita entrada,  suena a buscar la piedra filosofal o, por  más familiar el personaje, a hallar en el milenario secreto del tesoro de Moctezuma.
           
         

viernes, 10 de agosto de 2018

EN BAJAMAR EL TIEMPO Y ESTAS TIERRAS

        Cede en sus ardores el mes, tras esos desmedidos achuchones que a todos nos dejan el ánimo bajo mínimos, porque los extremos, es sabido, no llevan a nada de loar y sí a excesos de imparables daños. En bajamar se halla la atmósfera, y, cómo no, y no es nada nuevo que a peor van estas tierras serranas, tan malditas y abandonadas, como estos días vienen a poner en evidencia la muy propagada noticia, de extraordinaria transcendencia para unas ciudades vecinas, como son las de Bobadilla y Antequera, no más distante de la nuestra que medio centenar de kilómetros, con la muy posible instalación de un supersónico transporte, que va a dejar en mantillas a cualquier otro, multiplicando su velocidad.
             Que toda esa riqueza y modernidad tecnológica aflore con la vecindad dicha, por no hablar de otros logros anteriores, conseguidos allí nombrando a sus sus tesoros patrimonio de la Humanidad; y que en misérrimo contraste ni siquiera, nosotros, pobres desterrados,  podamos aspirar a una modesta autovía, o a una industria de relieve,  nada más viene a proclamar la incapacidad manifiesta de unos gobernantes, los de aquí y los de allá, de todos signos y banderas, pues todos han pasado unos años u otros por nuestro consistorio. Si pensamos que basta con tener nuestras calles llenas de un turismo de pobre alcance, que deja a su paso más basuras detrás que dinero, equivocado estamos, y enjugando nuestras lágrimas, llorando nuestras penas y envidiando a los que en otros lugares actuaron de otra manera, esperando sentados que el maná nos llegue del cielo, seguiremos ad eternum, o lo que es decir, por los siglos de los siglos.

martes, 7 de agosto de 2018



PALETADAS DE TIEMPO A LA BASURA

          Con esto de dar una aire de laboriosidad al paso de las horas, organiza uno sus tareas diarias de una forma un tanto metódica, con ocupación para cada una de ellas, sin que le falte a ninguna, dandole una actividad, no siempre la misma, para llenarlas; puede que unas acometidas con más interés y dedicación que otras, pero  sin que, en cualquier caso, quede tiempo para nada, porque a todas, aunque parezca mentira, en una etapa en que ya no hay quien nos mande, le tiene uno puesto a las dichas el sello de obligatorias.
           Queda claro, que con este método, que llamaríamos de lo más insensato, y necio, el tiempo libre, lo que se llama de no hacer nada que no sea cruzarse de brazos y entregarse a la ineficacia más absoluta, brilla por su ausencia, algo de lo que no vale quejarse porque lo has dispuesto tú, no aconsejado ni presionado por individuo ni ley alguna.
                Y menos aún caben lamentaciones, cuando, de forma imprevista, ese tiempo libre por el que vienes suspirando desde no sabes qué lejano año, te llega a las manos, como un regalo en las sombras de la noche, porque en estos últimos días es la madrugada su hora de llegar.  Que ese mismo fuego que ahora nos visita y que arde tanto si es noche como si es mañana, sin sol o con él, te coma voluntad y conceda exudaciones a raudales, que no te dejé pensar, ni casi con fuerzas para moverte, es el triste final de cómo tener que despreciar lo que más se aprecia a nuestros años: tiempo para hacer cosas, que, desde luego, a pocos importan, pero que a uno le dan una mano para con cierta tranquilidad. obviando lo que puede venir, gozar en lo que cabe, del paso de los días, de ese tiempo, que a su modo, bien o mal, y a falta de tener las claves para detenerlo, cada uno emplea como quiere o puede.  



viernes, 3 de agosto de 2018


ZARPAZOS DE UN AGOSTO EN NEGRA PLENITUD

        No ha necesitado nada el mes, para hacer valer sus derechos de villano,  de, si se lo propone, que propuesto se lo ha, constituirse en azote de los pobres humanos, que, sin tumbonas, playas ni otros remedios que alivien su padecer, por aquí andamos. Y bien que lo sufrimos, porque por muy ilusionados que estuviéramos, pasados días, con un verano que no lo era, sino dulce y atemperada primavera, como suele ocurrir, mínimamente duradero fue lo bueno, que mucho más tiene la vida de achuchones de sufrimiento que de apacibles horas de gozo y tranquilidad.
         Con esto del calor que nos llega, de las previsiones a largo plazo y de la facilidad para las consultas del estado de la atmósfera, en especial cuando quema o hiela,  sumidos estamos, aunque no lo creamos todos, en una continua y extremada pelea con esas ola de fuego que con bastante tiempo nos anuncia ahora ordenadores, teles y móviles; tal vez, pensamos, para que nos vayamos haciendo el cuerpo y preparando nuestras armas. Es una batalla no cruenta, pero casi a muerte, después de tanto anuncio, la que libramos con la dichosa ola, de tal manera, que cada día dejado atrás, de los muchos de que consta su maligna pleamar, es un sonado triunfo para nosotros, porque seguimos de pie y no diluidos, ya inertes para los restos, en pura nada, trocados en charcos de agua, que con esos mismos ardores que desprende todo, no tardarían en ser más que fugaz vapor, buscando los cielos.