sábado, 12 de agosto de 2017


HERMANO LEVANTE

     Entre los vientos más denostados y maldecidos por estas tierras, entre muchos, alza su altiva mano, el de levante, no para pedir audiencia, sino para proclamar su victoria como afanoso acaparador y feudal señor, sin rival alguno, de todos esos insultos que desde generaciones y ancestrales eras lo abruman y machacan, revistiéndolo con sórdidas ropas y una mala fama que, a estas alturas de los tiempos, no hay quien se la quite. Un leve castigo se diría, a cuantos malestares va dejando entre nosotros su avasallador paso, y que no vale la pena aquí reseñar porque no hay quien no los padezca.
      Aun a costa
de ganarnos más de una enemistad, querríamos, en estos días de hirientes ardores estivales, no empeorar más esa malhadada fama que arrastra el hermano levante de impune fustigador de humanas naturalezas, sino aliviarla de su inmensa carga, mejorándola, porque claro benefactor ha sido y es ahora para nosotros, en que sus rachas no tocan a rebato, sino que es un bálsamo que acaricia rostros y cuerpos, que nos devuelve el ánimo y la sonrisa, y que nos traen el olor y frescor de los idílicos veranos de antaño.

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