Una de las formas de combatir el agobiante calor de estos días, es la de tomar el tren buscando, más que aires menos ardientes, un clima mesurado y el espectáculo que desde los propios vagones, tan confortables, se disfruta. Es innegable que la libertad e independencia que se pierde prescindiendo del coche, se compensa con otras cosas que no tienen precio: despreocupación y el deleite de un paisaje que por cualquiera de las salidas de nuestra ciudad es pura belleza.
Sorprende, no obstante, tanto si se viaja en dirección Algeciras, como en la que va hacia Granada o Córdoba, pasada la salida, la agrupación de gente que, a poco, espera, forzosamente inmovilizada de repente en sus compras y paseos, la llegada del tren. Casi siempre, congregan más personas que las que en la misma estación se disponen a desplazarse por ferrocarril. Son los consabidos pasos a nivel, que hace años, cuando tras ellos no había más que descampados, a nadie estorbaban. Hoy, que una parte de la vida industrial y comercial, se expande por estas zonas, constituyen un inmenso trastorno para personas y vehículos, cuando no un peligro, por muchas barreras y luces que anuncien el inminente paso de un convoy.
Muchos son los años que llevamos oyendo que su desaparición era cosa de semanas, de meses. Nos parece que, dado que en otras poblaciones cercanas y más afortunadas, Antequera, desaparecen, debe ser cosa de insistencia, de mucha, de políticos y ayuntamientos ante los organismos pertinentes.