CIUDAD DE MUSEOS
Por si a alguien le quedaba alguna duda de que la esencia de las estaciones hubieran elegido un camino distinto, aquí está el otoño, haciendo acto de presencia, como antaño, como siempre. Con su ejército de nubes, esparciéndose a su arbitrio por un cielo, a ratos azul, a ratos gris, y un sol que por momentos calienta en demasía y a los que a otros puede hasta vencer sus rayos una brisa que es de puro invierno. También con sus chaparrones, que falta que nos hacen el agua que derraman.
Bueno es que, con tantas mudanzas como está sufriendo el equilibrio de la atmósfera, algo permanezca estable, porque el día que no lo haga, y cuantiosas posibilidades hay de que eso ocurra, a este mundo nuestro pocas esperanzas de que siga en en ser, y con él a nosotros, le quedará.
Bueno es que, con tantas mudanzas como está sufriendo el equilibrio de la atmósfera, algo permanezca estable, porque el día que no lo haga, y cuantiosas posibilidades hay de que eso ocurra, a este mundo nuestro pocas esperanzas de que siga en en ser, y con él a nosotros, le quedará.
Cabe
pensar que, ahora que este municipio, al igual que otros, estrena cargos y
ocupaciones, que le come la ilusión, que se apresta a derrochar energías y
bríos en sacar a la luz dormidos proyectos para reivindicarlos, pudiera ser el
momento idóneo para proponer, los que fuera del ayuntamiento, pero en la ciudad
vivimos, ideas que no es que sean totalmente nuevas, porque en un tris
estuvieron en tiempo idos de fructificar, pero que en el trastero de lo que
pudo ser y no fue, quedaron.
Con
abundantes alteraciones sufridas en su urbanismo y en su entorno natural, ambos
dañados o arruinados, nos queda la duda de si, con entera propiedad podría
seguir teniendo algún sentido la denominación de “ciudad museo”, con que en sus
años de forzado exilio, distinguió Dionisio Ridruejo a Ronda. No deja de ser
curioso, sin embargo, que, sin que existiera ninguno en esos años angustiosos
de la posguerra, sí que en nuestra ciudad, acogiéndose a esa frase matriz, han
proliferado más tarde los museos, lo que es desde luego de loar, y de celebrar:
que Ronda se haya convertido en una “ciudad de museos”.
Hasta
media docena de ellos, dentro de nuestra modestia, y puede que se nos escape
alguno, se esparcen por distintas zonas, con claro éxito de asistentes, como
indican que lleven años funcionando sin interrupción. Con todo, no obstante,
con lo que de historia, arte, o costumbres vienen a cubrir estas pequeñas
fortalezas de la cultura nativa, nosotros abogaríamos por la posibilidad de
contar con uno más; algo, por otra parte, que ya con motivo de una posible
donación privada de cuadros del siglo XIX (y queremos recordar que siendo
alcaldesa la misma que ahora lleva las riendas del ayuntamiento), se estuvo a
punto de crear: un museo que acogiera en sus salas la imagen de Ronda y de sus
pueblos plasmadas desde hace centurias hasta nuestros días en pinturas, dibujos
o grabados: un museo, cualquiera que sea el nombre que se le quiera dar,
artístico o romántico, por proponer uno, en el que, desde luego, figurarían
firmas de verdadero y universal mérito y en el que con un poco de paciencia,
expondría a los visitantes una espléndida, antológica y plural
visión de nuestra ciudad y de cuánto vino a significar, como fuente de
inspiración, en multitud de artistas. Por todo ello, retomar su estudio, desde
luego que valdría la pena.
DIARIO SUR HOY
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