martes, 18 de junio de 2019


            TODO EN UNA CERÁMICA

            Somos por estas fragosas tierras del interior, con más peñascos que planicies, y menos fortuna que las que merecerían, muy poco dados a las alabanzas; entendemos que, con  origen, en algo que, ahora,  tras siglos de constantes y enconadas luchas de razas, y otros tanto de total olvido, y no menos engaños, fluye abundantemente en el torrente de nuestra sangre, y a lo que como justificación -puede que de forma estulta-,  nos aferramos para seguir inmersos en nuestra adustez y desidia, tan antigua como arraigada. 
            Una forma, sibilina, de ahondar en la herida de ese olvido, era no olvidándonos del todo, pues usados fueron  con persistente tradición, en cualquier época, estos serranos suelos, como sitio de castigo, o mazmorra al aire libre, a los que se enviaban gobernantes y políticos transgresores de los distintos regímenes. Y por si alguna duda quedara, y, sin querer ahondar, se nos vienen a la memoria,  los de Escóiquiz, los de Ruidrejo, Beigbeder, o, como más doméstico, el del poeta y periodista malagueño Antonio Luis Carrión.
            Con muy distintas intenciones, llegaron por aquí, hollando pueblos sin descanso, con enfervorizado ánimo, para propalar una cultura de proyecciones, teatros, conferencias y libros, apenas un mes después de ser proclamada la II República, en altruista entrega, Cernuda, Bello, o Gaya, voceros de ese excepcional proyecto, sin parangón alguno en Europa, que fue la Misión Pedagógica, y de paso, mostrar su devoción por los rincones más apartados de la Serranía y por la abrupta belleza de Ronda.
            En parte por la necesidad de ganarse la vida y en parte atraídos a estos lugares, por lo que de bueno habían oído referir de ellos, y, con gran peso, por el interés de Fernando de los Ríos, a sazón ministro de Enseñanza y Bellas Artes, un par de años más tarde, en 1933, llegan Eligio de Mateos, sobrino de Dolores Rivas, esposa de Manuel Azaña, Joaquín Amigo, granadino del círculo de García Lorca y redactor con este de la revista Gallo, José Manaut, pintor y escritor valenciano, con merecida fama alcanzada póstumamente, o Antonio Palomeque, historiador y geógrafo, con una reconocida obra investigadora todavía vigente.      
             En una mañana invadida por la placidez de brisas vernales que acarician sin tapujos y de un junio cumplidor, pues actúa como se espera de él, remontando sombras, un grupo heterogéneo de sectores de la población rondeña, con amplia representación de enseñantes, cabe decir que despojados de esa ancestral y abúlica molicie que siempre nos puede, nos hemos aglomerado para llevar a cabo un acto cultural al que hubiera dado sus plácemes Francisco Giner: con plena presencia de aire libre y naturaleza de fondo, dándole un buen repaso memorístico a un capítulo de nuestra historia, para refrescarla, antes de que la maraña de polvo y años nos lo amordace y, como tantos otros, sucumba.
            Nada mas ha consistido el acto, con un sentido y breve proemio de versos y música, en la instalación de un mosaico acogiéndose al espacio enjalbegado y libre de una fachada, que fuera parte del edificio del defenestrado Centro. Inscritos han quedado en ella, en uno, una serie de homenajes y de recuerdos: a la Institución Libre de Enseñanza, a la Residencia de Estudiantes, al propio Instituto, a una plantilla de profesores de excepción, a José Manaut representándolos, y con una dolorosa actualidad, por su reciente pérdida, al autor de la cerámica, al bueno, sabio y magno artista de todo lo andaluz que fue Cristóbal, Cristóbal Aguilar.
DIARIO SU HOY
   

No hay comentarios:

Publicar un comentario