jueves, 25 de octubre de 2018

GOTA MALDITA, GOTA BÍBLICA

Pues, aunque sin voz durante un tiempo, ¡Vivos estamos! Algo que hace unos días, cuando empezaron los cielos a despeñarse, a hundirse, a buscar una hermética fusión con los suelos, podría ponerse en duda. Y es que no era desatino pensar que esas trombas de agua, como si la que cubren los mares hubieran huido a los cielos para precipitarse luego aunadas, en terribles hordas y desigual fiereza, que podían acabar con todo y con toda vida por estos lares,  y por los demás, porque por etapas y lugares va la cosa; tal vez, en espera de un renacimiento en el que una nueva raza trate como debería a este apaleado mundo. Su cumplida venganza a ese trato se toma la naturaleza, acudiendo esta vez a esa denominada gota fría; gota maldita, gota que, en muchos casos, además de destrucción, es de muerte; pero que más que nada, gota que otra vez avisa, a descomunales voces, que la hermana que venga más amarga y más gélida, con todo lo que la palabra entraña, será.

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