viernes, 22 de junio de 2018

     SOLO UN PENSAMIENTO DEBERÍA OCUPARNOS, DESPUES DE TODO

     Para día grande, en el inamovible calendario del tiempo, que con precisión y tino va consumiendo sus etapas, el de ayer, de antañonas celebraciones e historias de arcanos de pétreos monumentos levantados en su honor, cuando el año se partía en dos y el sol se regodeaba en lo más alto de su fogoso trono y la primitiva gente, con un conocimiento que no tenía nada de primitivo, saludaban la llegada de la estación, porque todo en ella, calor y rayos de luz, presagiaba vida.
       Uno lamenta, amordazado por las modernas y vanas corrientes de pedestre ignorancia que es el pan nuestro de ahora, que como otras muchas anodinas, transcurriera tan memorable jornada anual; teniendo bien en la memoria, que aparte de ese mágico desfile de geométricas luces, curvas,  hemisferios, inmovilidades y líneas que dibuja en nuestro horizonte el fogonazo del solsticio, a su  sombra, había más cosas que festejar, como sería, para los muchos que todavía andan arañándole minutos al día para llenarlo de algo más de sentido, que constaba como el de mayor duración del año, que, de ser juiciosos y no unos atolondrados, bien podríamos haber empleado, no en criticar por  harto sabida la marcha del país o la maldita corrupción que no para, o la femenil y constante humillación, sino esta vez, tratando de hacer un alto en el penoso caminar de las cosas, de la existencia, en dar un lavado a nuestro cerebro, por muy fugaz que este fuera, y dedicar todo ese longevo día a leer sin descanso, a pasear sin hartura, a devorar míticos filmes, o, a hasta la extenuación, dar cantando por bajines, cobijo a un exclusivo pensamiento: el de que un año más, un solsticio más, es la vida la que nos acompaña.

viernes, 15 de junio de 2018

          APRESTARSE ES VIVIR

       En nuestra fatigosa existencia, obligados estamos desde que nacemos a aprestarnos a algo: a andar, a correr, a comer, a soñar, a buscar trabajo, a tener descendencia, a buscar pareja, a reír y a llorar, y, terriblemente nefasto será el día que no nos aprestemos a realizar algo, a hacer lo que más urgente o conveniente sea en ese momento. Pasada una primavera sin historia, porque no hizo acto de presencia, desde hoy mismo, con un calor que nos saca los colores por su vigor, nos aprestamos a darle la bienvenida al que podíamos denominar un trasnochador verano, partiendo de la base de que trasnochar es cambiar la noche por el día, o, deshaciendo fronteras idiomáticas, situarse y explayarse donde todavía no se le esperaba.
         Si algo bueno tiene este cambio de roles, es el hecho de que, por una vez, naturaleza y humanos caminamos al unísono, persiguiendo un mismo fin, aunque usando diferentes senderos. Si a nosotros  con la sofocante presencia de estos tempranos ardores, nos toca guardar abrigos y sustituir pesadas prendas por las más livianas de nuestros armarios, la madre naturaleza pone todo su empeño en urdir umbrosos doseles, con densas frondas que, no solo anuncian la llegada de un nuevo orden atmosférico, en el que las sombras ponen cierto freno a la despiadada llegada de fogosos invasores, sino que al mismo tiempo proclama que es la mudanza y no la inmovilidad el motor del mundo, de la vida, por mucho que, a nosotros, en este proceso, nos vayamos dejando, pasito a pasito, trozos de ella.


martes, 5 de junio de 2018


       
          FUGITIVOS PARAÍSOS

        Con migajas de indiferencia y un buen trozo de curiosidad, asistimos en estos días, de una falaz primavera, para de alguna manera hacerla presente, los que no somos políticos, aunque en el fondo todos en diferentes estadios y grados lo seamos, a esa desmesurada lid de los partidos y de sus líderes por trocar lo que era apenas ascuas sin alma en fuego, el evanescente humo en vivaces llamas, por ganar voluntades y acumularlas a las necesarias, y, en resumen, destronar del poder a gobernantes poco dispuestos a abandonarlo, porque intención tenían de romper moldes y estadísticas, permaneciendo inamovibles en ese solio destinado a los que han de manejar los destinos de la nación.
      Como espectadores, aparte de esa curiosidad como ciudadanos por saber hacia dónde nos conduce un volcán, vomitando ya lava de frustraciones para unos y parabienes para otros, uno imagina, que es a lo más que por falta de experiencia podemos aspirar, la tremenda agonía, con ningún consuelo que la alivie, de esas crueles e interminables horas en las que los que mandaban se han visto desposeídos de un poder que que asumían tan suyo como eterno; en que se creyeron más que reyes dioses, desalojando sus históricos palacios, despidiéndose de sus legión de servidores, que a sus sucesores irán a servir, con lágrimas que son puñales diciendo adiós a esa paraíso que ahora, a todo correr, lejos de ellos escapa.
     

domingo, 3 de junio de 2018

        CIEN LUGARES, CIEN MANJARES


        Si las modas desde siempre nos esclavizaron para someternos a caprichos e insensateces que antes de producirse nunca hubiéramos pensado pudieran sentar cátedra, ni utilizar nosotros, miembros de ese sufrido, servil y zarandeado rebaño humano, de presente, con esto de la globalidad que a todos nos ha estallado ante nuestra narices con rapidez inaudita, el sometimiento ha adquirido, no solo en el vestir sino en todos los ámbitos, caracteres de avalancha, de invasión tan demoledora y poderosa que o la previenes y construyes por tu propio bien y tranquilidad murallas infranqueables, para que ese ejército armado de propuestas que por doquier surgen, en móviles, letra impresa y  sonoras ondas, o el desasosiego por estimar que no estás a la altura de lo que piden mil consejeros, mil pitonisas, que intentan influir en tus decisiones y modo de vida, te hundirán para no levantar cabeza en lo que te resta de ella.
         Una de las más recientes modas, que desde no hace tanto, marea de tanto verla repetida, de mil modos, es la de que te aconsejan, no sabemos si interesadamente o no, que antes de morir nos vendría como anillo al dedo,visitar tal indescriptible sitio, tener en el plato ante tí tal deliciosa comida, y,  no una sola, que eso sería quedarnos en el umbral de esa gloria que se nos promete: diez, un centenar de lugares, de ciudades, de alimentos con mítica aureola de monarcas gastronómicos serían necesarios para, antes de fenecer, alcanzar tu particular karma, tu preparación espiritual previa al definitivo adiós a este mundo falaz, que más plácido menos engañoso te será si cumples con tales propuesta, que, nos tememos, ocupando un terreno casi religioso, usurpándolo a la chita callando, se halla.
        Lo que entendemos, los menos listos, con la duda de si participar o no esa descomunal contienda a que nos empuja esta moda, es que ya que la muerte es una certeza que algún día a todos nos dará el definitivo mandoble con su letal alfange, si en bravo maratón capaz eres en vida de tener en tu agenda viajera, como recorridos cien parajes o saboreado otros tantos manjares, la muerte no será tal, sino una bicoca de ella. Bueno tampoco es nuestra intención desanimar a los que con juventud, ganas y el dinero suficiente están por la labor, que sería caer en idéntico pecado, que, perdonen, muy creídos, y puede que, sin ninguna razón, criticamos.