domingo, 30 de agosto de 2015

UN TRASIEGO DE LOS DEMONIOS


     Nos abrumó Agosto, igualmente, como su predecesor, pero en menor medida, con la explosión de sus personales furores, de sus infernales fuegos, con los que, en cualquier caso, el mes se lo pasó en grande en determinados días, azotándonos, vapuleándonos y amargándonos el sagrado descanso, la existencia, en una palabra.
     También, se valió de ancestrales tradiciones para que, mordiendo el anzuelo de paradisiacas playas, encumbradas montañas o rincones olvidados de Dios, desperdigarnos de nuestros hogares, a los que dejamos tan desamparados y vacíos como odres romanos en vitrinas de museos, y tomando el cayado y la manta del peregrino nos lanzáramos a vagabundear, a veces con norte, y otras sin él, añorando lo que no está escrito, aunque nadie se atreviera a confesarlo lo que atrás dejábamos. 
        Lo mejor de este trasiego de los demonios, de idas y venidas sin respiro alguno, es que nos trajo a las manos seres a los que la vida azarosa mandó a otros lares, a hijos y nietos, sobre todo, que no todo ha de ser vituperios y malos modos con el mes que acaba, que esto se lo tenemos que agradecer y no es poco.

miércoles, 26 de agosto de 2015

DÍAS PLACENTEROS



     Mirarnos en el ombligo de lo que es nuestro cotidiano y familiar escenario de actividades y solaz, por el que siempre andamos y al que solo loamos, nos lleva a ignorar la existencia de otros paraísos de la cercana vecindad.
      Unos días placenteros en el feraz suelo de Jimera de Líbar estación, junto a las márgenes del río Guadiaro, en paraje tan irreal por su belleza que se diría no es de este mundo, un vergel de umbrosas frondas y enmarañados doseles con ramajes que no dejan ver el cielo, de recoletos rincones y de tupidos senderos plateados, tamizados por tímidos rayos de sol y alfombrados de múltiples hojas, se han adueñado de nuestro ánimo con un dual sentimiento. Y no tanto por traernos a la memoria horas de nuestros años de mocedad, cuando acudíamos los rondeños a bañarnos en esta ribereña playa del Guadiaro, como la de que lugares de increíble disfrute y gloriosa belleza existen profusos y prodigiosos en toda nuestra Serranía y, desde eternidades, a nadie mejor que a nosotros esperan.



domingo, 23 de agosto de 2015

NO ACUDAS A LAS LÁGRIMAS.


     No acudas, Zaide, a las lágrimas, que para otras desgracias y penas mayores habrás de guardarlas. Lloras, porque tu orgullosa juventud huyó presurosa, sin apenas darte cuenta, y también porque tus inagotables energías de otros tiempos más floridos, ya no son las que fueron. No es, aunque lo calles, algo que ignoraras. No te llames a engaño porque solo a tí te engañas.
      De sensatez y sentido común podrás alardear si, en cambio, llegada esa etapa de tránsito de tu existencia, de un adiós como parte de muchos adioses, que no es otra cosa nuestra vida,


acoges a la venidera con sonriente júbilo, recordando a la que se fue, no con acerba tristeza, pero con el gozo de haberla completado y, más aún, la memoria de los momentos en que te sentiste su monarca.

sábado, 22 de agosto de 2015

BENDITO ADITAMENTO


     Habituados a los cielos desnudos como aquietados e imperturbables lagos de aguas inamovibles, por no remontarnos mucho más allá,


tónica implacable de estos dos últimos meses, la sensación cuando se levanta uno esta mañana es la de hallarse en otro lugar, debido a que un enjambre de nubes ha hecho su repentina aparición, trastornado de golpe todo un orden que parecía establecido ya para siempre.
      Pero lo que es más de agradecer, la mudanza y el grisáceo rebaño de nubes que sin pastor transitan a su antojo, han llegado con el bendito aditamento de una divina brisa, que al aspirar su frescor no sólo reciben nuestros pulmones con muestras de jolgorio sino que es todo el cuerpo el que se diría resucita porque aplanados andábamos. Un respiro de la naturaleza que hacemos nuestro, que todo no va a ser lamentos y quejas. 

lunes, 17 de agosto de 2015

EL MAL DE LAS CHUMBERAS



         Este sufrido Tajo nuestro, hondo pozo de desventuras, llora últimamente otra desgracia en uno de sus parajes más bellos, en el del frontal sobre el que se alzan los llamados Jardines de Cuenca, aledaño a la parte más angosta del abismo como es la del desfiladero que hasta allí lo recorre. Moribundas se hallan las chumberas, las que desde siempre, con su agreste verde, han sido hermoso y raro revestimiento de las abruptas rocas y un gozo permanente donde reposaba, tras vagabundear por el vacío, la mirada inquisitiva de nuestros visitantes.
         Si verdaderamente lamentable resulta el espectáculo, lo es aún más que a nadie, en modo alguno, pilla de sorpresa. Desde hace un tiempo tan largo que es difícil de determinar, el estado de otras chumberas, de las que hermoseaban nuestra Serranía y no sé si otras regiones de la provincia o de las andaluzas, venían a voces anunciando la rápida propagación de la enfermedad en la especie.
       Ignoramos, también, si se está combatiendo con ánimo de desarraigar el mal que las ataca, que no  es cualquiera cuando capaz es de derribar su ancestral fortaleza, o, como en tantas otras cosas, se deja su problemática solución en manos del azar, es decir, de nadie.
         Después de lo dicho, que, esta misma mañana, tuviéramos la suerte de contemplar a estas vistosas chumberas de la foto, hasta arriba colmadas de rosados y henchidos frutos en el Paseo de los Ingleses,  en todo su glorioso esplendor, solo produce pena, porque lo más probable es que participen, más pronto o más tarde de idéntica adversa fortuna que las de sus hermanas. 

domingo, 16 de agosto de 2015

TARDE DOMINICAL


     Ahora que el mes se encamina a liquidar el trámite de sus postreras semanas, también, en un punto, parece ya abocado a ceder en sus intentos de amargarnos nuestra vida veraniega con sus imponentes calores, los mismos que nos mantienen en un permanente estado de exudación y nuestra mente como si no fuera nuestra, completamente ida, vagando por regiones tan inhóspitas que sólo al insomnio más recalcitrante responde.
       Lo cierto es, que a esta adormecida tarde dominical de un agosto que declina, le encontramos en su aquietado transcurrir, en sus luces pocos violentas, en sus juguetonas brisas, que cantan futuras mudanzas, parecidos aderezos, vestiduras y actitudes con otras de veranos de antaño, también  insufribles, aunque solo a determinadas horas y en contados días; pero a los que una inexplicable placidez en los atardeceres nos llenaba de un desconocido júbilo por disfrutar de lo que quedaba de día y de mucho de la noche; de sacar las sillas a la puerta en vecinales tertulias o de recorrer incansables las calles y plazas vacías de todo lo que no fuera gente sin prisa.
       Ahora que tendemos a olvidar todo lo más cercano, es algo que, extraña y sin ningún motivo, nos trae del ayer esta sumisa tarde dominical, excepcionalmente sin ruidos, como otras remotas en el tiempo.

jueves, 13 de agosto de 2015

EL FIASCO DE LAS ESTRELLAS.



     ¡Menudo argumento para una novela de aventuras! El del planeta tierra atravesando impasible una densa nube de polvo, que no es sino escombros dejado a su paso por un cometa de enrevesado nombre, pero que en los nocturnos cielos surgen con la impronta de raudas estrellas, de fugitivo y rutilante tránsito.
       Algo así venían pregonando los medios de comunicación, expertos en no dejar en paz nuestro ajetreado ánimo y llevarlo de sobresalto en sobresalto y de respingo en respingo. El suceso se anunciaba para la pasada madrugada, y tanto habían insistido en la magnificencia del etéreo espectáculo, que allí estuvimos a esas horas intempestivas,  que sólo están hechas para dormir y no para ninguna otra cosa, con mirada boba clavada en los cielos. Ninguna estrella, ni siquiera la de todos los días, y menos lluvia, ni parsimonioso chispear de ellas. Nada contemplamos de mayor rango que no fuera una completa oscuridad arriba y la macilenta luz proyectada sin ganas de una farola abajo. Confesamos nuestra decepción, que pueda que fuera tal vez fiasco de nuestra imaginación por no poner de su parte y componer con maña lo que en lo alto no había. 

miércoles, 12 de agosto de 2015

LA CIUDAD EMPEQUEÑECIDA


            La ciudad, la nuestra, que no es grande, al menos en lo que en su urbanismo más venerable, por los años que acumula, se refiere, se empequeñece aún más en estos meses de angustioso estío. Y es que establecemos fronteras, que antes no eran sino estaciones de paso, para ahora no ir más allá: la del Puente o, en otro sentido, la de la Alameda. 
      Más propio, sin embargo, sería decir que somos nosotros y no la ciudad los que empequeñecemos; que nos da miedo no ya los espacios ampliamente dominados por ese sol de justicia, sino asimismo las calles pronunciadas, las extensas, las que suben y las que bajan, no importa si ganadas a ratos por la sombra o no. Y será porque las piernas  ya flaquean, pero nos invade un razonado temor de una pronta debacle corporal, de la que el calor, no hay que decirlo, es el mayor culpable. Y pensamos si nos quedarán energías para el esfuerzo, que ya nos parece sobrehumano, de coronar en toda su altura, ese puerto que se abre, allá a lo lejos, tan empinado como el de las mismas montañas que nos rodean, en lo más remoto de nuestra calle mayor, por donde se halla, tampoco estamos tan seguros hoy, nuestra vivienda.

domingo, 9 de agosto de 2015

FLOR DE JAZMÍN


    Tan huidizo como el brillo de esa flor de jazmín, ayer de sedoso y resplandeciente albor, hoy barrido oro viejo, presto a deshacerse en briznas de desorientado polvo, es nuestro ser y estar en este mundo. Si a ello te atienes, convendría, pues, Zaide, que no te dejaras llevar por mundanas vanidades o altaneros y soberbios endiosamientos. Si los comparas con otros que inalterables y poderosos parecían, verás que aquellos y estos no son, como la fugaz del jazmín, más que flor de un presuroso día.
     Nada te hará más feliz que, tener conciencia de lo poco que eres, menos que nadie. Que sean otros, y no tú, los que bien hablen de tí y de tus acciones. Indicio será, si logras que esto ocurra, que entre otros engañosos, elegiste el sendero correcto. Sé humilde porque humilde naciste.  

jueves, 6 de agosto de 2015

ACAPARAR LIBROS SIN TINO


    Acaparar sin tino, siempre es desmesura y pocas veces prevención. Algún perdón, sin embargo, podría otorgarse para cuando esa falta de sentido común en almacenar más y más cosas, esas  se tratan de libros. Pertenecemos a esa añeja generación que crecimos sin ellos, ya que costaba un mundo tener acceso a alguno de ellos, y no importa que su papel, color paja, color yema de huevo, pronto a rasgarse, fuera de la más endeble calidad imaginable, porque su costosa posesión compensaba cualquier defecto.
      Que hoy no haya anaqueles, ni mesas, pequeñas ni grandes, ni armarios, ni apenas suelo en la casa  para acogerlos, y que a pesar de eso sigamos obsesivamente comprándolos, no puede considerarse petulancia, Dios nos libre, sino fausto desquite  de la vida a otros tiempos de carestía y penurias en todos los sentidos. Un deleite que no tiene precio el tener tanto donde elegir. Una pena que bastante de ellos quedarán huérfanos de nuestras miradas, ocultas para nosotros sus fantasías y saberes.  

lunes, 3 de agosto de 2015

MONOTONÍA Y TEDIO



     Vecinas suelen ser la monotonía y el tedio, y, por eso,  a veces desesperamos porque algo rompa con una estabilidad que por prolongada nos incomoda. Humanas manías, desde luego, que vienen a confirmar que con nada estamos contentos, y de todo protestamos, del frío, del calor, de la lluvia, de los cielos grises y de los despejados.
       Como no escapamos a esas horribles manías, hemos recibido estos últimos días con un suspiro de satisfacción la presencia de unas nubes sin fuerza, apenas un simulacro de ellas; pero nubes al fin y al cabo, en unos cielos que, desde no sé cuánto tiempo, permanecían inmutables, sin una pizca de mudanza en su cotidiano acontecer, cegadores y quietos como inmensos piélagos embrujados. Nos parece que la completa desnudez a nadie viene bien, ni siquiera la íntima del alma, así, que cubran su impudor, aunque sólo sea parcial y torpemente nuestros cielos, con esos flecos y enanas madejas, que ni a blanco llegan, fobias aparte, nos encanta como noticia.  

domingo, 2 de agosto de 2015

MUDANZAS Y MÁS MUDANZAS


     Mudanzas y más mudanzas conforman nuestra vida, tal vez, cabría decir,  que para que el tedio no sea el que se apodere de ella. Algo parecido podría decirse de la naturaleza, siempre con el frasco de las esencias y de lo inesperado abierto de par en par, con idénticas intenciones de que nunca el hoy sea igual al ayer, que haya signos que lo diferencien y distingan. Pero cosas existen en ellas, al igual que en nuestras existencias, que se aferran, como pequeños sin equilibrio aún a las faldas de sus madres, a lo que en el fondo hay de inmutable en todo lo que a nuestro alrededor se mueve. 
      Nos lo recuerda esta mañana, primeriza de agosto, ese levante peleón del que ya hace algunos siglos nos hablaba nuestro paisano Espinel; que, periódicamente, batía con denodada fuerza nuestras tierras, encontrando desde el Estrecho, pese a la oposición de las cumbres serranas, un camino expedito para abrirse paso, transportando salinos olores y vaharadas impregnadas de verdores de viñedos, de escondidas cañadas, ganados en libertad y repletos cauces de sonoros arroyos.
       Hoy como ayer, sin cambios notables, esas nubes que se concentran y se aferran a las cumbres y laderas de nuestras montañas, como si algo de su fortaleza tomaran, proclamando están que entre tantas mudanzas y cambios atmosféricos como ya nos asedian, que, al menos, hay cosas, por muy alteradoras de nuestros nervios que sean, que inmutables en su quehacer siguen, y por ello, sabiendo lo que nos espera, merecedoras de nuestro cariño y estima.