jueves, 30 de octubre de 2014

SIN ESTERTORES NI MAYORES ASPAVIENTOS


      A mejor vida, sin estertores ni aspavientos que llamen a arrebato se dispone a pasar un mes que de todo un poco tuvo; pero sobre todo dulzuras y bonanzas más afines a estaciones que ya quedan lejanas que  la que con buen ánimo, pese a epidemias y restricciones, recorremos. Lo cierto es que el sol, más que calentar apabulló en estos días con ardores que se jurarían advenedizos y raros, ya que, a estas alturas del calendario, un poco tendríamos que andar persiguiendo a los ígneos emisarios del astro rey, a sus luminosos rayos, y no evitándolos. No nos dejemos engañar, sin embargo, porque horas más frías y más destempladas encabritadas llegarán sin avisar, con más furia y persistencia que nunca, para hacernos pagar las actuales delicias de un impensado veranillo que, especialmente, agradecen foráneos y descamisados turistas; y es que ademas de a admirar paisajes y ancestrales vestigios, vienen con la mente puesta en eso: en empaparse, en bañarse, en sumergirse en un torbellino desatado de soles y mansas brisas, infrecuentes en sus remotos lares; otra cosa, sería un descomunal fiasco, por mucho que la ciudad les gane.

domingo, 26 de octubre de 2014

ES EL PAN Y EL COLOR EL CASTAÑO



        En la silente austeridad de los pueblos serranos, acunados por el aura de estos días otoñales, una inacabable madriguera de luces y bonanzas, reinan vigorosos con su apretada presencia los ancestrales campos de castaños. Sin ser vestigios de remotas edades, como ocurre con los bosques de pinsapos, difícil sería predecir con exactitud desde cuándo se encuentran por estas tierras; puede que, como se ha dicho, desde los años de la civilización romana, transportados desde la misma Italia. Un desafío al tiempo y al terreno, en cualquier caso, porque aquí quedaron y aquí con fuerza arraigaron en barrancos, pinas laderas, altozanos y en los sitios más inverosímiles, llenando abruptos horizontes y perpetuándose con una longevidad que es una pura bendición para los sufridos habitantes de tantos pueblos, para  los que viene, desde entonces, siendo más que miel y rosas: pan para todo el año, desde el ansiado momento en que por estas fechas, en un resucitado mercado medieval, todo se torna idas y venidas, recogida incesante del fruto, calcular las cosechas y preparar con amorosa solicitud, sabiendo lo que significan,  las cargas para su venta.

   

viernes, 24 de octubre de 2014

LA MÁS CRUEL DE LAS EPIDEMIAS



      Hipocresía, calle mayor del mundo la llamó Quevedo. Y es de ver cómo aquélla,  sale a la luz, se manifiesta en ocasiones pese a los impenetrables fondos en que se mueve, una de ellas en estos turbulentos tiempos que vivimos, ahora mismo. Tiembla Europa, tiembla América, tiembla el humano universo del bienestar, de la despreocupación
porque una epidemia que proviene de África pueda infectar a algunos de sus habitantes, y con ello a otro contingente mayor. Y, con su poderoso despliegue e influencia, en todos los medios de comunicación, en bares, parques o mentiremos no se habla de otra cosa que no sea eso: de las medidas que se han de tomar en los hospitales llegado el caso, comenzando por médicos y personal sanitario, en aeropuertos, trenes y en fronteras que tengan que ver con los centros malditos africanos de donde a pasos agigantados llega. ¡Que nada, ni por asomo, ni de refilón, toque a la pureza de nuestro bendecido y civilizado mundo, a nuestra diaria tranquilidad!
         Sin embargo, sin interrupción alguna, constantemente, años y años, días y días, como a nosotros no nos afecta, ignoramos, seguimos ignorando todos, no haciendo caso alguno, de que incontables millones de seres están muriendo de hambre, la más letal de las epidemias actuales. Que se halle lejos y que no sea algo que nos pueda contagiar es la mejor de las noticas para gobiernos y demás que, por eso, poco o nada hacen por remediarlo.

martes, 21 de octubre de 2014

ALAMEDA AL TAJO


      A esta Alameda de nombre del Tajo, con más propiedad debería llamársele Alameda al Tajo, porque aún considerando que sea propiedad del abismo, más que eso diríamos que pretende ser; mucho más, puesto que a él con impecable derechura y decisión se dirige, y en él se intenta precipitar. Y eso haría si ese muro, pardo y horadado por los años, y esa fila de miradores de hierro forjado no se lo impidieran. Y si no lo consigue es como si lo hiciera, ya que no existen murallas ni obstáculos que a la vista hurten esa visión honda e ilimitada que no halla más impedimentos que una danza de montañas en que la vista se sumerge, tras un éxtasis de luz y calma, y ahíta reposa.
       Con una brisa que no alcanza a ser viento, pero que tampoco para, hasta estos árboles que a los cielos tapan con sus frondosas copas, parecen bogar sin hartura camino del mismo inmaculado horizonte que su ancho suelo. Para más similitud, es un rodar de olas y de imperceptibles mareas las que van y vienen entre sus ramas y apretadas hojas, ya éstas, en indeciso y timorato tránsito de verdores que huyen hacia un mundo de colores y revuelos.

   

viernes, 17 de octubre de 2014

PREGUNTAS, ZAIDE, Y TE RESPONDO



      Preguntas, Zaide, que cuál puede ser, si es que existe, el oculto sendero que conduce, para no abandonarlo ya, a un permanente estado de felicidad.
     Tendrás que saber, antes de nada, que no hay caminos, ni veredas ni vericuetos, por muy escondidos y misteriosos que sean, que a ese estado, a ese don de dioses, lleven. Más que una palpable realidad, no es la perseguida felicidad sino un concepto huero, un sueño tan ancestral y antiguo como la presencia del hombre en la tierra. Si alguna hubiere, te aseguro que es tan evanescente y fugaz como el el leve rocío de los campos, que el primer sol de la mañana ahoga con sus rayos.
         Una tranquilidad de conciencia que te deje dormir, o lo que es decir, un bien y callado obrar, sin pedir compensaciones, a lo largo de toda tu vida; un amor a lo que se te ha dado y a lo que en verdad lo merece, no será felicidad, porque entiendo que ésta no existe; pero, a no dudarlo, te proporcionará cuanto el mundo, en rigor, puede darte, que, si bien lo miras, no es poco.


            


martes, 14 de octubre de 2014

¡APRENDIZ DE RIO¡ ¿QUIÉN DIJO TAL?


         Períodos de obcecadas lluvias tormentosas, como las que han hecho su aparición durante la noche, ofrecen sobrados argumentos para que, a la mañana que le sigue, el río, apocado y oculto hasta entonces, tire de orgullo, se desperece de su modorra y muestre unas de sus sonoras epifanias, dando un mentís a los que le consideran un aprendiz de sus mayores en caudal y recorrido.
          ¡Aprendiz de río! ¿Quién lo dijo? ¡Cuántos asedios, cuantos cataclismos, cuántas lágrimas, cuántas marchas triunfales, cuántas dolorosas derrotas, cuántas cosechas y mieses, no habrá presenciado a su paso! Mas transcurridas aquellas olvidadas edades, por si alguien le quedaba duda de lo que en rigor es, hoy como ayer, trueca su apagado rumor en un atronador zumbido que llega sin merma, sin diluirse ni quebrarse, vocero de su presencia, hasta los carcomidos pretiles del puente, su vigía,  desde hace unos siglos, su inquebrantable espectador; salpica agua cenicienta y espuma, ahora blanca, y contra las rocas su furia estrella, casi saliéndose de madre; no, es que se sale y desmadrado brinca en cascadas de inesperado desplome y altura. Todo en nada de tiempo y de acometida, por una superficie que no es extensa y sí de continua hosquedad y bronca, para después, puede que ahora sí, escondido del todo entre frondas y arboledas, asumir su lección de cómo llegar a su destino.



domingo, 12 de octubre de 2014

HERMÉTICO SILENCIO



     No hay silencio más hermético que el que encierra entre sus sutiles muros estas mañanas otoñales, indecisas en otras cosas, pero no en el de dejar caer, como una pesada carga, un callar de toda la naturaleza, en la que nada habla, nada respira, y una melancolía que no es tristeza sino tránsito, espera; o quizás, refugio para no perderse del todo apresado por esa inmovilidad, por ese imperceptible pasar.
     Como ha llovido con profusión y generosidad durante la noche, a ratos torrencial y ruidosamente, puede que la culpa de todo lo dicho la tenga el agua, impetuosa en su desplome, purificadora hasta la saciedad, barriendo lo barrido una y otra vez, hasta dejar exánime sin energías cualquier proceso de cambio, de movilidad, sin ganas de todo lo que no sea callar, no moverse. Nadie diría que son las ocho de la mañana, porque no hay luces, y sí ese enorme silencio, más bien noche cerrada y eterna, una que no acabara jamás.


viernes, 10 de octubre de 2014

DÉJAME QUE TE EXPLIQUE EL AMOR COMO YO LO ENTIENDO (PARA TÍ QUE CUMPLES AÑOS)


     Déjame que te explique, amigo Zaide, el amor como yo lo entiendo: en su punto de partida es algo difícil de definir, un cómo no me he dado cuenta de que estabas ahí, tan cerca y tan ignorada por mí; una punzada en el pecho y un desgarro de los sentidos, después; un estar y no estar en el mundo; un grito de sólo quiero estar contigo; un borrarse todo lo demás. Un cielo compartido ya para nunca abandonar; un pozo de donaires que no falte en la mirada, un destino al unísono que recorrer; un desfogue de risas; un pararrayos para las penas que se crucen; unos hijos que educar y adorar; otros hijos de los hijos que embobados, contemplar; un sin dar cuenta envejecer y pensar, y, más que pensar, creer que todo, todo, cuando se acabe el sueño, en algún lugar, aquí o allá, en un tiempo sin finitud, en el confín de las galaxias o en apacibles destellos de estrellas fenecidas o vivas, en inmarcesibles y amenos prados, como los que holló constante vuestro amor, pasen centurias o milenios, antes o después, alguna vez, habrá de continuar.


miércoles, 8 de octubre de 2014

AL ALBA, HUELLAS DE PISADAS.


     A nada que bostece el alba, con brochazos de claridades, menudean los visitantes de otras tierras que acuden a esta ristra de balcones simétricos, un gigantesco mirador en realidad, que con avaricia se apodera de un paisaje en el que todo cabe. Un visiteo que, después, con el desperezo de la mañana, se torna en clamor de voces y de pisadas, de peregrinos sin metas fijas, ni cayados, ni conchas, ansiosos por degustar el vértigo, la serenidad y, un poco, el inocuo temor que el escenario desprende y al que se entregan sin condiciones,
      En el rosado albero, fino cual molido trigo maduro, se estampa con generosidad, gráficamente, el testimonio de un peregrinar que no morirá  durante toda la jornada; más recortada ésta, cada vez, cada día, por las imposiciones de la estación y el incansable rotar de nuestro planeta. Son huellas fugaces, variopintas como la de los que impensadamente las dejaron, y allí quedaran, no por mucho rato, hasta que otras nuevas las aplaste y diseminen; es un muestrario en el que, por sus suelas, no cuesta imaginar el calzado y hasta un poco la naturaleza, el sexo y el grosor de sus dueños. A su lado, las de los que antes que ninguno llegaron, adelantándose a la amanecida: las nimias de volubles pajaritos, como menudas ramitas, apenas hacen bulto, pero por allí también andan. 


lunes, 6 de octubre de 2014

LUZ OTOÑAL



     Se decanta la mañana por engendrar luces. A borbotones caen sobre el grácil valle, sobre cerros y oteros, apenas el terreno comienza a elevarse. Inundan con harta prodigalidad donde mayor amplitud de acogida hallan, como son las montañas, a las que saca de su marasmo otoñal para arrancarlas perfiles, formas, casi para infundirlas algo de vida y movimiento y apretar más su cerco a la ciudad a la que de siglos ampara y vigila, con maternal complacencia y celo.
      En ciertas zonas, por muy en el corazón que de la población esté, es un acertijo diferenciar qué es campo y qué es ciudad. Y así, obviando tradicionales emplazamientos de rurales asiento, gatean las chumbares, en suicida escalada y avanzadilla, rosada miel y rosados óvalos, pese a las punzantes agujas, sus frutos, para mostrarse descaradamente urbanas, familiares, amigas. A ellas también las  transforma esa luz fulgurante, intensa, que no parece de la estación, pero que a ella se acoge para durar más, en un juego que no parece tener fin, mezcla de irrealidad y tibieza, de primer día de algo nuevo, aunque no lo sea más que dentro de uno, y por unos instantes, interminables, eso sí.




viernes, 3 de octubre de 2014

ENTRE EL CALLAR Y EL HABLAR


     Entre el callar y el hablar discurre como sereno e inagotable manantial la sabiduría del bien obrar. Lo sensato, pero complejo, es hallar dónde radica el equilibrio. Albedrío de la voluntad es usar a su conveniencia uno y otro ejercicio, sin alterar ni romper diques que luego no podrás volver a levantar; ni tampoco, desde luego porque no es bueno, aferrarse a permanentes refugios de árida soledad. Sociable es el hombre y para que no hubiera duda y tuviera conciencia de esa hermandad tan necesaria y cercana, concedida la fue la palabra, el verbo, facultad de dioses es, que no de animales, una cualidad más que por encima de ellos nos eleva. Sé, tú, Zaide, moderado en tus charlas y conversaciones, que no sean verborrea de gente ignara o mal criada,; y si no eres de esos, razón de más para que no ofendas a nadie que no pueda defenderse, por  estar ausente, de tus diatribas. Casi siempre el callar es de prudentes, pero no hasta el punto de no rebelarte contra las innumerables injusticias, que nos azotan, las mayores, a los que menos la merecen. Malsano suele ser todo poder, incluso, empleada a destiempo, y sin contemplaciones, el de la lengua desatada.


miércoles, 1 de octubre de 2014

MODESTA GALANURA DEL MES


      Modesto en su galanura es el mes, que no alardea, como otros bravucones congéneres,  de épicas grandezas de césares y áureas legiones de incontenible y victorioso caminar. A cambio de esa penuria, después de todo de efímeras glorias mundanas, él propone una dulzura de irisadas bonanzas, un universo de fogosos matices en movimiento, en transformación sin aparente desmayo, posado sobre la majestad de un reino de ensueños y presto, además, a iniciar en cualquier instante un perpetuo revuelo de hojas que, sin presente director de orquesta que lo modere y calme, van y vienen; o de luces mortecinas, de frágil existencia, que tan pronto nacen como agonizan. En este barrunte, en esta prevista catarsis de fantásticos monólogos naturales, que, salvo imprevistas hecatombes, a nadie   daña, lo mejor es agudizar la mirada, relajar la mente y, si no durante horas, aprestarse algunos ratos a ser espectador privilegiado de estas mudanzas, de este colorido, de esta enfervorizada pausa del tiempo antes de emprender mayores hostilidades, que no cabe duda que vendrán, a galope seguramente.