lunes, 26 de mayo de 2014

SENDEROS Y TROCHAS SE AFANAN



     Tienen  ciudades como la nuestra, de las que juegan con la paradoja de las cumbres y el vértigo, donde se instalan de antiguo, horizontes y campos, que no son los de labor, que invitan con asiduidad a la reflexión más peregrina. Una de ellas, viniendo de arriba abajo, hundiendo la mirada sin temor a despeñarse, sería la de avizorar la profusión de senderos que con ilimitada quietud y sosiego persiguen una salida para llegar a terreno urbano, ya al racimo de viviendas que casi a mano tiene, bien a las villas hermanas, más alejadas, pero a tiro de inexperta honda.

     Para cumplir con el ancestral rito, huyen aquéllos de una derechura que a nada lleva, que no es posible porque a su caminar se oponen y lo obstaculizan una desbocada legión, un frenesí, de rocas y salvajes quebraduras, cuando no impenetrables cauces de imprevisibles caudales y traiciones. En todo este brioso laborar, en esos penosos rodeos por abrirse paso trochas y senderos hacia un mundo más inquieto, podría haber el desasosiego que se desprende de salvar dificultades que alteran ánimos y ganas de seguir adelante; mas no, que es la placidez más rotunda, más divina, más augusta, la que impera, tanto que sería pecado buscar lugar más idóneo para matar desasosiegos y sinsabores, para sentirse alguien, para soñar. 

 

viernes, 23 de mayo de 2014

DEJAR ATRÁS LO QUE FUIMOS



    Alguna vez, en algún momento,  algún esclarecedor día, Zaide, habrá que olvidar lo que fuimos: poderosos o empobrecidos, exaltados o denostados, brisa o vendaval, agudo estilete o vana espada roma, necios o sabios, para aferrarnos a lo que ahora somos, ya que ni lamentos ni júbilos caben con lo que ya no son sino esparcidas cenizas de un recuerdo, por mucho que nos pese, añoremos o desdeñemos. Vale más un trozo de tangible vida ahora, que no cientos de horas de las de entonces.

     Y mucho menos, desenterrando el pasado, recurramos a los muertos en nuestro provecho y estima ante los demás, ideando palabras que aquéllos nunca pronunciaron en vida, que seguro que muy otras fueron en caso de que mereciéramos su atención. Mezquindad es levantar falsedades cuando se apagaron las voces que pudieran acallarlas. Si inventas fábulas para calmar tu ansia de honores y nombradía, no mezcles en modo alguno a vivos ni a muertos en ellas, y procura que, para bien o para mal, aquéllas nazcan y terminen en tí. Ningún derecho te asiste a mezclar en tus falsedades a gente que, sabes, nunca te darían su consentimiento para formar parte de tan burdas historias. 


miércoles, 21 de mayo de 2014

PARTO DE NUBES



     En ese trajinar sin medida en que se halla inmersa perennemente la madre naturaleza, ahora en su deambular por los floridos prados de mayo, es muy de admirar, hasta quedarnos sin resuello, boquiabiertos, contemplar el afanoso parto, donde antes no había nada que lo indicara, más que radiantes y celestes cielos, de una nimia, insignificante nubecilla, que ni abultaba ni casi se hacía ver, desorientada, extraviada en los confines de un horizonte que hoy se dijera no era el propio.

Pero vaya forma de medrar y de tomar posesión del augusto escenario, el suyo, porque en unos
fugaces instantes son legiones desbocadas, voraces por ganar espacio y terreno, las engendradas en tan milagroso alumbramiento, hasta ganarle el pulso y el ánimo a los poderosos cielos, desaparecidos de pronto, pero no yertos, desde luego.


lunes, 19 de mayo de 2014

EL PODER Y LA RIQUEZA



  Medita, Zaide, que ningún bien terreno es eterno, y que lo que hoy te parece fortuna duradera o fuente inagotable de poder, tan sujeto se halla al azar y a los vaivenes y mudanzas a que los tiempos someten a las cosas como el más inerme de los seres de los que pueblan nuestro universo. Y en ello sí que poca variación de importancia cabe, porque estos y tú, aunque tu arrogancia te dicte lo contrario, expuestos estáis a las mismas tormentas, a idénticas calmas y huracanes.
  Piensa antes de que algún malhadado vendaval, que no esperabas, te espante riqueza y dominio, que al hombre de altas miras, por su generosidad y bondad se le reconoce y estima,  y que tanto lo será con bienes terrenales como sin ellos, y que nada debería alterar su innata condición que más loada será cuanto más se atenga a su conciencia y no al poder ni a la riqueza.

viernes, 16 de mayo de 2014

DE LAS COLUMNAS DE HÉRCULES



    Un legendario auriga necesitaría la mañana para refrenar y domeñar la embestida, llena de lamentos y ruidos, del desbocado carruaje en el que trasiegan los vientos. Silban, amilanan y poco respiro dan porque para eso proceden del mítico Estrecho y algo copian de la fortaleza de las columnas que separaban el mundo conocido del desconocido, colocadas por el semidiós Hércules. También por ello, poca rivalidad admiten estos ventarrones. A las primeras que amedrentan es a las infelices nubes, a las que, con sus embravecidos embates, arrincona contra las montañas, inmovilizándolas y atosigándolas, para que no quede la menor duda de quién manda hoy, en la mañana y durante todo el día; un endemoniado y posesivo viento del Estrecho, se le dé el nombre que se le dé, que aquí, a un centenar de kilómetros de su origen, no es sino vastedad y casi angustia al castigar las sufridas mentes y cuerpos de los humanos, con escasos atributos divinos o semidivinos para combatirlos.
        Sin embargo, ni siquiera estos ululantes depredadores de hojarascas y frondas, despojan a la revuelta mañana de sus condición primaveral y poética, porque el aroma del azahar cabalga de aquí para allá, impregnándolo todo, y porque miríadas de pétalos caídos de flageladas rosas se han unido en procesión para recorrer aceras y calles, sin importarle ni poco ni mucho el fragor del ambiente. 

miércoles, 14 de mayo de 2014

NEGRAS Y BLANCAS PIEDRAS


     Si no fuera, por la dificultad de hallar piedras negras en un suelo no propenso a ellas, a veces, Zaide, nos gustaría actuar como determinados pueblos antiguos, que para llevar cuenta minuciosa de cómo le iba la existencia, deparandole disgustos y también gozos, acudían al inventario de las piedras: para un día nefasto, una negra; para otro de cierta fortuna, una blanca. Al cabo de cierto tiempo, ni siquiera era necesario contar unidades de antagónico color para cerciorarse de qué lado se inclinaba la  balanza de la propia suerte, si vencían los días aciagos o sumaban más los de bonanza.
      

                                             Se me ocurre, Zaide, que de seguir la gente, hoy en día,  inventariando su 
hado de similar forma, con el acopio de tales piedras, cada cual podría edificar su vivienda con esos materiales que, construidas, unas veces resultarían de impoluto blanco, las menos; otras, de mezcla, blanquinegras; pero, con certeza, las más, barriadas enteras, ciudades enteras, países enteros, de hondo crespón uniformadas, señalando, muy a las claras, el herido signo de los tiempos.

lunes, 12 de mayo de 2014

MODORRAS DEL MES



     Tan amodorrado transcurre mayo en sus iniciales vaivenes, en su solio de flores y bonanzas, que ni en la cuenta ha caído que no son propios de él ni de su cohorte el rigor de unos calores que en nada se asemejan a una augurada templanza,  tal como correspondería a su sino y a su anciana historia, y sí a despropósito mayor, que hasta a la sabia naturaleza le encanta como a cualquiera, en algún aventado momento, saltarse ordenanzas, reglas y caracteres, cilicios que, a veces, aprietan en demasía. Ha mudado de faz, pues, el mes, ocultándola como si en carnestolendas estuviéramos y no en vernales horas, a las que se les supone placidez y no anticipadas torturas de enfurecidos mercurios. 
      Sin profundizar en esas tempranas exudaciones y laxitudes de nuestro organismo, lo bueno es que, al menos, el rocoso sol espanta, sin trabajo o con él, a los moradores del sacro recinto de sus hogares y las calles se ven con movimiento y solaz, como de festivo todos los días. Esperemos que a alguien le venga como anillo al dedo el no pronosticado cambio.



     

domingo, 11 de mayo de 2014

LA MÁS SABIA DE LAS LECCIONES



     Tendremos que recordar, una vez más, Zaide, algo que parece ha caído en un hondo olvido: que no hay terreno más fértil, suelo más granado, templo más fecundo en saberes para la docencia que el que contempla, sin alharaca ni pregones, pero con ilimitado amor y desvelo el propio hogar. Nacen allí, con suerte a cada momento, las más provechosas lecciones, las más útiles advertencias, las más expertas disertaciones, un acervo grandioso de conocimientos presto a servir al neófito en el gran combate que ya pronto le espera: el de la vida. Fuera de allí, y sin esa prístina, preciosa, educación,  que se quiten selectivos centros, magnos profesores, prestigiosas universidades, enormes claustros, costosas prácticas y laboratorios que todo será sólo fugaz humo si no hallan un abonado cuerpo. 

sábado, 10 de mayo de 2014

LA FLOR EN LA PIEDRA



     La placidez del tiempo, muy consciente de que es más de razón homenajear al mes y sumarse a su fama de florido y hermoso, que no contrariarlo y dañarlo en su alegre vistosidad, es de una inmovilidad tan absoluta en su bondad, que no hay mejor ni más alborozado ejercicio que recorrer la ciudad a la caza de imprevistos hallazgos, de cosas nuevas, que todo es cuestión de proponérselo y paciencia.
     Hoy hemos creído encontrarlo en la flor, incrustada en la piedra, de conocidas o ignotas flores, creciendo donde se diría era del todo inimaginable que emergieran, en el mismo vientre de fornidas rocas, en herméticas paredes, sillares, aleros, farolas, escaleras al aire libre, adoquines o abandonados balcones de casas en ruina. Tan atareados estamos siempre en dirigir a la mirada hacia lo que tenemos delante, a lo más material y prosaico, que el empeño de saltarse las ordenanzas de la visión y lanzarlas hacia las alturas como continuada actividad, puede costar, hasta acostumbrarse, alguna molestia corporal e incluso levantar extrañeza entre los viandantes que te cercan. Una heterodoxia, ésta, no obstante, de lo más inocua, que tiene sus compensaciones, que quiebra monotonías en nosotros y que deja una lección de lo más provechosa, como es la constancia y persistencia, dignas de loa, de unas matas por, en contra de toda lógica, buscarse la vida donde menos era de rigor que la hubiera. Su triunfo hay queda palpable, enhiesto e irisado, un ejemplo a seguir.    

jueves, 8 de mayo de 2014

EL HOMBRE Y LAS ESTACIONES



     De clamoroso acierto habría, Zaide, que hablar al referirse al que muy sabiamente, y siglos ha, propuso equiparar las estaciones del año, tan diversas y particulares cada una en sí, con las edades del hombre. No más que lozanía se halla en los iniciales pasos de nuestra existencia, hasta lindar con una cierta mocedad; un soñado tiempo en el que  todo nos sonríe y las preocupaciones pasan de largo, son mínimas o nos permitimos ignorarlas; vistosidad la de una juventud que tiene mucho de jovial primavera y fuego inextinguible a poco tardar de las pasiones, tan ardorosas como la de los soles veraniegos. Para ambos otoños, el de la naturaleza y el humano, queda la incertidumbre de lo que nos depararán los días, grises unos y despejados otros, las luces y las sombras jugando con nosotros en la indecisa balanza que sopesa nuestro destino, para confluir finalmente en el invierno de la vida, donde todo son tormentas, quebrantos, pavesas y cenizas, y donde más que nunca seremos inermes marionetas de los cielos. Muy sensato sería, por eso, conscientes de lo que somos y lo que cada estación de nuestra existencia nos depara, acomodar nuestras energías y paso al inflexible y mimético de aquéllas. Menos infeliz te sentirás y menos expuestos a sorpresas que no son tales, ya que así viene siendo desde que el mundo es mundo, por doloroso que te parezca y por mucho que a nosotros nos cueste reconocerlo.



    

domingo, 4 de mayo de 2014

ESPERANZA DEL ESPERANTO



    Mira por donde, Zaide amigo, aunque no lo creas,  hay pasiones a las que no las alimentan ni la ambición del dinero, ni la crueldad de las armas, ni otras similares tan destructivas y materiales, y que, muy al contrario que aquéllas, nos levantan el ánimo, nos contagian de su llama y aleccionan en nuestra idea de tomar el sendero de la existencia, acudiendo a vericuetos y trochas que no por abandonados han perdido ninguna de sus virtudes de aligerar la carga del mundo, en la eterna búsqueda de uno más florido y ecuánime, y de no perder el empeño de soplar con insistencia y sin desmayar para que su esencia no se desvanezca en el fuego del desengaño.

    Con algo de previa curiosidad, y de posterior aderezo de bienestar y sorpresa hemos asistido como espectadores a ese Congreso Hispano celebrado en nuestra ciudad de algo que nos sonaba, antes de que comenzara, a rancio idealismo, a historia yerta, a pasado sin retorno: de Esperanto. Confesar tenemos, no sólo nuestra ignorancia del ejercicio del inefable idioma, sino, igualmente, de la realidad de su vigencia como lengua que sigue atrayendo y subyugando a un vasto sector de lingüistas y seguidores en todo el mundo.  Lo cierto es que hemos de decir, que, sobre todo, contemplamos cómo su estudio sigue levantando pasiones aquí y acullá y cómo la mayoría de los presentes, de diferentes naciones, parecían -y de hecho lo estaban- en posesión de un tesoro, un secreto, que a unos pocos se nos negaba.  Tras todo un delicioso recital de poemas y melodías  que sonaron a gloria en la melodiosa lengua, nos quedó el pensamiento de que no hay mayor vínculo que aquel que huyendo de dudosas doctrinas y partidismo, sin imposiciones de dinero ni de abusos de poder, acude a tender puentes de paz, cultura y entendimiento entre los hombres: sencillamente lo que el esperanto, viene intentando con admirable callada eficacia y entusiasmo desde hace ya un par de siglos.
 

jueves, 1 de mayo de 2014

MAYO SIN MELLA



     Gayo mayo. Es mayo, azahar y maíz, luna de leche y flores de luna, júbilo y ansiedad,  grano y melodía, estirón desmesurado, amable, resplandeciente de la madre naturaleza hacia más luengos y poblados horizontes que, embelesados, desearíamos nunca acabaran, porque todo es ahora en ella regocijo, resplandor, bendecida simiente, promesa cumplida de los campos, de lo que no era antes en su vientre sino un azaroso amasar, un laborioso recoger de la tierra de aquí y allá, de lo que más le convenía para fructificar, cerrándose también a lo que podía herirla, destrozarla hasta hacerla estéril.

   Cantan las aves enardecidas, cantan las brisas que ahora arrastran gozosas todas las fragancias de centenares de encendidas frondas, cantan los cielos, olvidando que un día fueron soledad y furia desatada en el hosco invierno mientras pulían venideros sueños. Se unen al descomunal, majestuoso coro, cumbres, peñas, manantiales y ríos, todo es un interminable canto a la vida; y mal haríamos si faltara nuestro canto: el del hombre, perplejo, absorto ante tanto esplendor, tanta abundancia, tanta armonía. Perdida ilusión sería, pero queda fijo, martirizando el recuerdo,


la de que un algo de este despliegue, se volcara con un mínimo de fortuna, de ayuda, a los que bastante tienen con buscar dónde caerse muertos, para detenerse a mirar a mayo, a la naturaleza. Un mes más, tan aciago, como los anteriores y los que seguirán, para muchos a lo largo del vasto mundo.