sábado, 31 de agosto de 2013

ATADURAS Y MÁS ATADURAS.



      Un nuevo mes, Zaide, que se nos escapa, sin poder detenerlo, como migaja de mercurio entre las manos. Y uno no sabe si alegrarse o entristecerse. Días hay, en que nos gustaría desprendernos de tantas ataduras como se nos imponen desde que nacemos: los Gobiernos, las convenciones, las leyes, no todas justas ni sensatas, porque castigan al pobre y favorecen al poderoso; y también éstas de las marcas que sometemos, o intentamos, al tiempo, dándole nombres y más nombres, a algo que sólo es una continuidad sin principio ni fin, por mucho que hablemos de meses, años o siglos.
      Por eso, Zaide, momentos hay en que nos gustaría ser una especie de Robison entre la gente, ignorando ataduras y más ataduras, que nada más que hacen a cada instante recordarnos no únicamente nuestra finitud y transitoriedad, sino asimismo que presos somos de infinitos dueños terrenos, que no divinos, que eso al menos sería comprensible. Pero como sueño es del todo imposible vivir de espaldas a la sociedad, por muy ficticia y falsa que sea, intentemos al menos disponer de una parcela propia, por enana que sea, donde al menos, durante un segundo, un minuto, digamos ahora soy yo, sin que nadie disponga de mí.

jueves, 29 de agosto de 2013

A LOMOS DE TORMENTAS


     A la naturaleza, Zaide, no cabe achacarle veleidad alguna, tal como con frecuencia ocurre con los hombres, inestables y caprichosos, y de admirar es su fiabilidad para sujetarse al papel que le dicta el paso presuroso de las estaciones. A veces, sin embargo, tiene aquélla sus imprevistos enojos, y sin atenerse entonces a previsiones o saltándose las que se suponían certeras, descarga su malhumor aquí y allá, amenazando antes para que nadie argumente inesperadas sorpresas.
       Es lo que barrunta sin premuras la tarde, sembrada de claroscuros, cuando no de tenebrosas nubes por poniente, que no anuncian nada bueno. Se ha dejado oír el furor algo distante de unos truenos vagabundos, y entretanto, liberados de la angustia ardorosa de su sueño veraniego, un umbroso rincón de celestinas y jazmines, que confundidos crecen en abigarrada mezcolanza, intensifican el pálido azul y la blancura de sueño de sus pétalos,  apropiándose del momento de respiro, para, gozosamente, perfumar la espesura de su oculto retiro de raros olores.





.

martes, 27 de agosto de 2013

UN EJÉRCITO DE ENCINAS



     Aquí en el campo, Zaide, con las montañas tan próximas, como un peldaño a mano para escalar los cielos, no menos cercanos, se observan cosas dignas de citarse. Entre ellas, ese ejército de encinas, una tras otra, en ordenada formación, al duradero respingo del toque de corneta de un gallo insomne, se ha puesto en marcha, muy de mañana, antes de que irrumpa con fuerza el sol avasallador de todos los días. Su meta de hoy, escalar ese túrgido collado, con figura de enorme mascarón de proa de su navío de rocas. 
    Vista la dificultad del empeño, ataca procurándose mañas y ardides, como puede ser la de subir por la diminuta cañada, entre colina y colina, evitando pendientes más empinadas y la humana huella de unos cortijos a punto de despeñarse; luego, por la falda de una oblonga meseta, un respiro entre un agobio de peñascos. Al postrer estirón, el más arriesgado y peligroso, solo llegan dos o tres de los más osados ejemplares, pero enflaquecidos por la agotadora ascensión, en la que han perdido gran parte de su frondosidad y vigor. Toda una hazaña en cualquier caso, un acto de voluntad del que ya nos gustaría alardear de vez en cuando a nosotros. 



sábado, 24 de agosto de 2013

ZAIDE, ESOS INSTANTES DE TRANSICIÓN.




   Zaide, esos instantes de tarda transición, cuando el sol es una moneda áurea que rueda montañas abajo hasta perderse en su etéreo refugio, y las sombras amenazan pero todavía no son sino un quiero y no puedo, un esforzado intento nada más, tienen una solemnidad y una grandeza difícil de definir, salvo que, con la fuga del sol, un silencio venido de no sé donde, usurpa ese mágico espacio de claroscuros y fugaces lumbres avasallándolo todo. Callan los perros, ahogados en sus ladridos un rato antes, se diluyen los perfiles de la sierra, aun los más abruptos, y muy quedas y muy quedas, como un nimio latido del momento, suenan como de cristal las esquilas del ganado que, al igual que hace cientos de años, en miles de atardeceres, regresa a su rústica morada, en cualquier recogido lugar del campo. No hay estrellas todavía, sino una desmayada blancura, que parece impropia de la hora, porque, con todas sus veleidades, todavía es luz y no sombras. Cuando éstas, vestidas de un ropaje que es ya casi azul de agua del mar, arropadas por la augusta calma de la hora ganan espacio y densidad, todavía queda algo de la huella de un día, que ya no lo es. 


martes, 20 de agosto de 2013

ZAIDE, EL MISMO SUELO PISAS.



     Desde las inestables cimas a las que te encumbraron soberbias y orgullos desmedidos, nunca, Zaide, mires con desprecio por tus riquezas, saberes, galanuras, sangre o cargos, a los que ninguna de estas cosas poseen. Son dones que se te dieron y que, esquivos, no es atrevimiento pensar, alguna vez desaparecerán, con idéntica prontitud que a tí se acercaron. Recapacita, amigo Zaide: el mismo suelo que a los demás, poderosos y desvalidos, te sostiene, y aunque tú creas volar fuera de él, sólo por él caminas sin levantar más que lo que mides, ni siquiera una pizca. Sólo tu generosa actitud con el prójimo, hará que tus actos te hagan más grande a los ojos del resto de tus congéneres. Nada más que eso debería contar, aunque escasos lo entiendan. Sé tú de esos pocos. 



lunes, 19 de agosto de 2013

UNA DUDA QUE A TODOS NOS MATA



     En centenares de ocasiones, Zaide, cuando toca reflexión, que no eres de los que rehuyen cultivar el pensamiento, habrás constatado, contemplado bien el pausado transcurrir con que se mueven las noches y los días, volanderas hojas del paso mayor de las estaciones; o ya la medida hondura de los barrancos, surcados por infatigables torrentes, ancestrales peregrinos de un terreno en constante entrega, o no menos la augusta altivez de las montañas, que a tan a la mano tienes, que era innegable la existencia de algo superior, llamémosle Dios, llamémoslo Grandeza, o Supremo Misterio; pero en otras, seguro estoy amigo Zaide, que tornando la vista a las miserias de la vida, al llanto sin consuelo, sin remedio que provocaban las  enfermedades a los niños, al infierno de las guerras, a la inmensa crueldad de unos y otros, a la maldad e injusticias que por doquier acechan, que no cesan ni dan respiro, te dijiste: "No es posible que haya nada, que sea más que el hombre, que venga a remediarlo,  en ningún lugar. Sólo un azar de azares es el que ha insuflado luz a esta infame gota de agua, ignominia de todos los piélagos del Universo. Y pensaste: "Unos pocos, muy pocos, quieren creer en ese algo, más un sueño que una realidad; otros dicen creer, pero no creen; y a los más solo nos embarga una interminable y desesperanzada duda, una gigantesca e interminable duda, que nos zahiere y a todas horas nos mata".

 

domingo, 18 de agosto de 2013

ZAIDES, SI TE ENOJARES.




     Si mil veces te enojares en un día, Zaide amigo, aunque la razón te asista, que funestos tiempos son las que nos acogen, no maldigas más de una vez, desahógate un momento, pero contén pronto tu ira que a ningún lado te llevará, si no es  a ahondar en tu propia locura y a empeorar el malestar de tu espíritu y de tu cuerpo. Nunca ni en estos justificados arrebatos, los malos modos y las palabras soeces dicen bien de quien las pronuncia.
    Aún peor y sin recibir ofensa alguna, es el deslenguado ejercicio de quien pretende hablando mal, ser más libre que quien no lo hace y lo emplea sin mesura teniendo en poca estima a quien no emplea vulgares palabras y exclamaciones como la suya, que siempre herirán los oídos de los que anteponen la buena educación a pretendidas libertades. Por muchas actitudes se conoce al hombre de sensato obrar, y no tengas dudas que esta es una de ellas. 


sábado, 17 de agosto de 2013

PROCURA ZAIDE, QUE NO ES DESATINO.




     El ruido y sus miles de gritos describen a la ciudad; los rumores, a centenares, al campo. Procura tú, Zaide, que las estridencias y tu paso cotidiano por aquélla, donde resides, te concedan un hueco cada día para asomarte unos minutos a contemplar en todo su esplendor, placidez y grandeza, el mágico escenario del otro, de la tierra apartada del bullicio, arropada en su ilimitada calma, por sus regatos, cañadas y cultivos. No solo estos la ornan, fecundan y visten, sino que otras amenidades, ignoradas y poco vistas te sosegarán el animo, el corazón y la mirada.
     Desparecido ese tiempo imborrable y tierno en que la ciudad era campo y éste ciudad, obligado es, ya que restaurar la remota unión es imposible, ni desatino alguno, Zaide, la inofensiva actividad que te propongo. Es más, si caso me haces, hasta puede que en día sin brumas ni nubes bajas, te cerciores que, como otras veces, la utopía aún es posible, porque a tres, cuatro, cinco tiros de piedra, verás nimios pueblos, como pañuelos agitados en su grácil blancor y pequeñez, brincando por redondas lomas y collados, en un sueño que era el de ayer, incluso siendo un áspero hoy.


viernes, 16 de agosto de 2013

TRAS ALGUN TIEMPO DE AUSENCIA, ZAIDE, MIRÉ A LA CIUDAD MÍA.




     Tras algún tiempo de ausencia, miré, Zaide, los muros de la ciudad mía, aquella donde me crié y donde, fascinado por su delicada belleza, tan ilusionado viví. La contemplé a mis anchas, como lo hacía siempre, con la mirada y con el alma, con maternal ternura, como se han de mirar las cosas que se aman; pero, ¡ay!, esa no era ya la misma ciudad de mi infancia y adolescencia; que otras burdas construcciones y nefastas mudanzas habían venido a empañar armonía y perfección, al medido,  ancestral y venerado paso de civilizaciones, imperando desde remotos tiempos, con una huella que imaginábamos perenne, indeleble, en cada calle, en cada casa, en cada dintel, en cada ventruda reja y balconada y aun en la inefable atmósfera que todo lo envuelve con su cálido seno, cuando hay algo que se merece ser guardado, y que despavorida huye cuando no lo hay. 
   Donde hubo templos, solo ruinas hallé; donde inexpugnables castillos, mercantiles puestos, arrasando contrafuertes y ahogando parajes sin edades ni similitud con cualquiera otros; donde fértiles huertas, paredones se alzaban de almacenes; donde murallas indestructibles, pabellones para diversiones que solo durarían lo que una ola que aleja la marea, donde acogedores recintos, toscos ladrillos con nombre de teatro, ciertamente, una meditada y horrenda pesadilla de torpes mentes gobernantes. 
    Si alguna vez, tu ambición o deseo, amigo Zaide, te encumbra a puestos de gobiernos, no desprecies al pueblo que ama a su ciudad más que nada y no quiere verla desfigurada, so pretexto de un espúreo embellecer y ocupaciones para todos lo que carecen de ella; que engañosos ardides son,  que no es otra cosa sino el devastador paso del dinero, minando voluntades a diestro y a siniestro. Que miles de maldiciones, como la mía y como la de mis congéneres no te persigan y te humillen, con razón, el resto de tu vida si llegado el caso así tan mal obrares.  
     

jueves, 15 de agosto de 2013

ZAIDE, ADVERTIDO QUEDAS.



     Amigo Zaide, no seas necio y reflexiona, con mesura, en la prudencia del silencio, que el pensamiento tuyo, como el de los demás,  es una de las pocas cosas que queda oculto a todo el mundo, y no te lo pueden quitar gobiernos ni monarcas.. Asaz desventuras origina, sin otra intervención, la vida, su impensado tránsito y desatinos, como para que  metas fuego en una hoguera que ya arde con cuantiosas llamas. 
          Que te sirva de enseñanza la malhadada conducta de aquel conocido nuestro. Aupado a  notables escaños de fortuna, con buenas o malas artes, que eso no viene al caso, empleó éstas en despreciar a sus servidores y amigos de menor rango. Pasaba el tiempo recreándose en contemplar sus inmensas heredades, nemorosos bosques  y milenarios rebaños. Por sentirse dueño, hasta el sol que le alumbraba  mansiones y posesiones, creyó tener como suyo. Pero advino la noche de la desgracia, el sol fue el primero en desaparecer; los servidores hartos de su maltrato huyeron buscando más conveniente hogar; imprevistos cataclismos dieron al traste con el valor de sus tierras y cosechas. Tan solo y despreciado anduvo después, que no se la ha vuelto a ver. Advertido quedas, amigo Zaide.






 

miércoles, 14 de agosto de 2013

A ZAIDE




     Zaide, amigo, ¿por qué tener dos trajes, dos vestidos, dos calzados, si sólo puedes llevar uno puesto? ¿Por qué poseer sendas viviendas, sendos carruajes, si no es posible más que utilizar uno, habitar en una a la vez ? ¿Por ambición, por altanería, por ser más que nadie, porque te envidien? Si buscas querellas y enemistades, es una de las sendas que a ambos lugares conducen. 
      Si de algo anhelas poseer dos, que sean dos libros, dos lágrimas: los unos te aportaran doble conocimiento; las otras, algo que derramar por los desvalidos, por las ignominias de un mundo cruel y opresor.
        Nunca olvides, Zaide, que eres brizna y no huracán, a la que el viento del azar dispuesto está a arrastrar, sin tener en cuenta nombre, poder, ni hacienda.

.

martes, 13 de agosto de 2013

MIRA ZAIDE QUE TE AVISO



      Mira Zaide que te aviso: que tu Dios no es mi Dios, ni tu fortuna la mía, y no hostigues a nadie a cuenta de eso, creyendo superior el tuyo, ni tu omnímodo poder es el precario mío; que andas con todas tus riquezas y lacayos minando voluntades que no debieras, hollando predios que no son tuyos, ni nunca lo fueron, y usando como propios los que prestados te fueron. Lleva mucho cuidado, te lo digo sin maldad, que el mundo hoy pone al revés lo que antaño derecho estuvo, y en la mezquina arena del desconsuelo lo que antes reinó en la torre de la insolencia. Mira Zaide que te aviso, no te pase igual y no tengas quien te mire a la cara, que no todos los tiempos fluyen dichosos, y frecuentes mañanas hay que jamás serán ayer.


domingo, 11 de agosto de 2013

UN MOLINO PARA LOS AGOBIOS DEL MES




     En estos días de agosto, no hay más que sentarse a ver amanecer para cerciorarse de que las dentelladas de la noche al día son cada más hondas y prolongadas, algo que va haciendo mella en éste, rebajando su duración y luz, condenados siempre a ir juntos. 
      Si los días son más breves, también resultan mas angustiosos, con sus calores y todo eso, quizás debido al intento que ponen en concentrar, con el tiempo mermado ahora disponible, los mismos soles y fulgores de hace unas semanas. La gente, para librarse de toda esa explosión, más intensa que nuca, huyen despavorida a las playas; lo que no sabemos si es una buena idea, con tantos bloques en los talones, tanta marea humana y tan poco espacio para manejarse.
    Uno añoraría más, un bosque frondoso, una umbría de ramas y altas copas, el espejo de un arroyo cristalino de inmaculadas aguas. Tal vez un sueño menos hacedero, pero fantástico, sería como el que Daudet llevó a cabo, de ocupar lejos del mundanal alboroto, la placidez de un viejo molino, con un búho de gigantescos ojos sin cerrar, de ejemplar vecino. Lo de escribir interminables y poéticas cartas, cantando la vida rural y serena, no sé si sería compatible hoy con la redacción de E-mails, aunque tampoco eso afectaría en lo esencial a su lírico contenido, ni a un reposo que ya casi no existe en este atribulado mundo nuestro.



             

miércoles, 7 de agosto de 2013

ESAS ENTRAÑABLES DEDICATORIAS




     A algo que dificilmente nos habituaremos los de más edad, es a trocar kindles y similares por los libros de toda la vida. Han sido muchas las horas que nos han ocupado en el grato ejercicio de pasar sus paginas, que más de una vez levantaban la brisa en cualquier lugar y tiempo, tal si avisara que esa lectura interrumpida a capricho, para no dejar todo el gozo para un momento, nos estaba aguardando, paciente de nuevo, para volver a interesarnos o a emocionarnos, prendidos en el color del papel, ajado, intemporal, manchado o bien oliendo a nuevo, como para que ese descendiente espurio y virtual nos seduzca lo más mínimo. Su facilidad de adquisición, nos parece, no es mas que un inconveniente añadido a su lectura. El que nunca ha leído no lo hará ahora por muy a su alcance y muy gratis que una obra aparezca en el cristal de su fabulador objeto. 
     ¿Y qué pasará, nos preguntamos, con el auge, si es que llega, de las líneas instaladas sobre el cristal, con esas dedicatorias escritas a vuela pluma por los autores, que se guardan como un tesoro, con el recuerdo de haber estado un día cerca del creador del libro, formando  en alguna forma, parte de él, en su más inmediato comienzo?  

sábado, 3 de agosto de 2013

ADVOCACIONES PARA UN BOCHORNOSO MES.



        A este mes que anda espabilando ardores y exudaciones, como para que nos demos cuenta de su arribo, cabe adorarlo bajo dos advocaciones, inherente la primera, la inicial, a su romana herencia de cesares ilustres; y la otra, más literaria, es la que invita ese adjetivo de augusto o venerado, que, en su caso, rumiando virtudes que le son propias, conducen a un reposo circunstancial en el trabajo habitual;  los que, desde luego, lo tienen, que ya no es maldición bíblica el tenerlo, sino el no tenerlo, porque gran desgracia es para muchos, que se prolongue su carencia, sin perspectivas de mudar en algo.
     La fogosa intensidad del calor es tal, que estos días no cejan en exprimirnos ideas y peso corporal. Lo comprueban también, gorriones y aves de mayor tamaño que pierden sus habituales miradores: cornisas, chimeneas, antenas o acanaladas y rojizas tejas, en las que no hace mucho hacían un alto en sus vuelos, pero de las que huyen ahora porque son infernales y diminutos hornos que calcinan sus débiles patas. Sólo con la llegada de las primeras sombras de la noche, con miles de precauciones y revuelos, recuperan algunas sus posadas de las alturas, tan alígeras como lo son  ellas.